El brote de un sentimiento.
La noche envolvía las calles de París con su manto de oscuridad y luces titilantes. Yuna caminaba con paso firme, casi etéreo, por las estrechas aceras empedradas. Llevaba puesto un traje blanco impecable, contrastando con la negrura de la noche. Sus manos descansaban en los bolsillos, y su cabello corto y liso se movía ligeramente con la brisa. Su rostro, tan pulcro como su atuendo, no dejaba traslucir ninguna emoción.
Sacó su celular, iluminando momentáneamente su rostro con la luz azulada de la pantalla. Con dedos ágiles, escribió un mensaje:
“Tío Damocles, te tengo una noticia, he sido admitida en la Universidad Sorbonne”.Sin esperar respuesta, guardó el teléfono y continuó su camino. Sus pasos la llevaron frente a una pequeña tienda de pasteles, donde se detuvo, observando con detenimiento la vitrina. Tras unos segundos de contemplación, empujó la puerta y entró.
El interior de la tienda estaba inundado con el aroma dulce y reconfortante de los pasteles recién horneados. Yuna escogió un pastel pequeño y simple, pagó y salió de la tienda con la misma expresión inalterable.
Caminó hasta un parque cercano, donde se sentó en una banca vacía. Abrió la caja del pastel y, con movimientos precisos, encendió una vela que había traído consigo. La luz cálida de la llama danzaba en sus ojos, pero su mirada permanecía fría.
Cerró los ojos un momento, formulando un deseo en su mente. Después de unos segundos, sopló la vela con suavidad. Sin probar ni un bocado del pastel, lo guardó de nuevo en su caja.
Se levantó y, con la misma serenidad, se dirigió hacia el hotel Le Grand París, sus pasos resonando en la quietud de la noche parisina.
El reloj del ayuntamiento marcaba las 23 horas cuando Yuna llegó a la imponente fachada del hotel Le Grand París. El recepcionista la saludó con una inclinación de cabeza, a lo que ella respondió con un leve movimiento.
Subió en el ascensor con la misma elegancia fría que la había acompañado durante toda la noche, dirigiéndose hacia su habitación.
Al girar en el pasillo, notó una figura familiar recostada contra la pared. Chloé Bourgeois, con su característico porte altivo, tenía los brazos cruzados sobre el pecho. Yuna junto las cejas, se preguntó por qué Chloé estaría allí a esa hora.
A medida que se acercaba, notó algo extraño. La cabeza de Chloé caía ligeramente hacia un lado y su respiración era suave y rítmica. Estaba dormida. Yuna se detuvo por un momento, observando la incongruencia de la escena. Finalmente, con un gesto sutil, tocó el hombro de Chloé para despertarla.
Chloé abrió los ojos con un parpadeo lento y, al reconocer a Yuna, frunció el ceño.
—¡Por fin llegas! —exclamó Chloé, su voz cargada de irritación—. Te estaba esperando porque tengo algo que decirte.Yuna asintió, sin mostrar sorpresa ni molestia.
—Esta bien, vamos. —dijo con calma.Chloé, aún refunfuñando, la siguió. Yuna abrió la puerta de su habitación y la dejó pasar primero. La habitación era minimalista, con una decoración sobria y elegante, reflejando la personalidad de su ocupante.
Chloé entró en la habitación, sus ojos recorriendo el espacio impecable. Había algo en la simplicidad y orden de la habitación que la hacía sentirse ligeramente intimidada.
Yuna cerró la puerta tras ellas y se dirigió a una pequeña mesa junto a la ventana, donde dejó la caja del pastel.
—Dime ¿De qué es lo que querías hablar? —preguntó Yuna, girándose hacia Chloé.Chloé tomó un respiro profundo, como si necesitara reunir fuerzas antes de hablar. Sus ojos, habitualmente llenos de arrogancia, mostraban una mezcla de emociones que Yuna no pudo identificar de inmediato.

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Sabor a Miel
FanfictionChloé Bourgeois había forjado una reputación de arrogancia y crueldad, siempre resguardada por la sombra de los privilegios que su apellido le otorgaba. Para muchos, era imposible imaginar un cambio en su corazón, endurecido por años de desdén y sup...