Capítulo 2.

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                                     Un baile de emociones.   

En el amplio salón de actos del Colegio Françoise Dupont, los estudiantes se acomodaban en sus asientos mientras murmuraban con curiosidad. Las luces brillaban suavemente sobre el escenario, donde el director, el Sr. Damocles, ajustaba su micrófono. Finalmente, con una sonrisa afable, se dirigió al alumnado.
—Buenos días, queridos estudiantes. Gracias por su atención —comenzó, su voz resonando con autoridad y entusiasmo—. Me complace anunciar que este año celebraremos nuestro baile de graduación para marcar el final del curso escolar.
Un murmullo de emoción recorrió la sala. Los ojos de Marinette brillaban con anticipación, mientras Adrien sonreía a su lado. Alya ya estaba susurrando ideas a Nino sobre cómo podrían vestirse para la ocasión.

—Tendremos una velada especial —continuó el Sr. Damocles—. Habrá una selección de comidas y bebidas exquisitas preparadas por nuestro personal. Sin embargo, hay una tradición que me gustaría resaltar. Para la presentación oficial del baile, cada uno de ustedes deberá tener una pareja de baile.
Algunos suspiros de emoción se escucharon en el público, pero en una esquina de la sala, Chloé Bourgeois frunció el ceño. No le agradaba la idea de tener que buscar una pareja de baile. Para ella, nadie en el colegio estaba a su altura.
—¿Qué tiene de bueno un baile si tengo que rebajarme a bailar con cualquiera de estos perdedores? —murmuró Chloé con desdén, cruzando los brazos y mirando a Sabrina, quien asentía nerviosamente a todo lo que su amiga decía.
El Sr. Damocles, ajeno a la inquietud de Chloé, continuó con su discurso, dando detalles sobre la fecha y la temática del baile. Los estudiantes, entremezclados entre el entusiasmo y la ansiedad por encontrar una pareja, comenzaron a planear el evento que, sin duda, sería memorable. Mientras tanto, Chloé, decidida a no dejarse llevar por la emoción del momento, ya tramaba cómo convertir el baile en una oportunidad para destacar aún más su superioridad.

Después de escuchar el anuncio del director, los alumnos se esparcieron del lugar para ir a dar la última clase del año, para después prepararse para la fiesta de graduación que sería en unos días.
Por otro lado, Marinette se acercó tímidamente a Adrien, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, la joven diseñadora respiró hondo y finalmente se armó de valor para hablar.
—Adrien, ¿podrías... podrías ser mi pareja de baile para la fiesta de graduación?— balbuceó Marinette, sus mejillas tiñéndose de un leve rubor mientras jugueteaba nerviosamente con un mechón de su cabello azabache.
Adrien, siempre amable y sonriente, se volvió hacia ella con una expresión amistosa. —¡Claro, Marinette! Será genial compartir ese momento contigo—, respondió con una sonrisa cálida que iluminó su rostro.
Detrás de ellos, Chloé observaba la escena con gesto ceñudo desde una esquina, sus ojos azules destellando de irritación. No soportaba ver a Marinette acercándose a Adrien, quien parecía tan feliz de aceptar la invitación. Se acercó con paso decidido, interrumpiendo antes de que Marinette pudiera retirarse.
¿De verdad piensas que Adrien quiere ir contigo, Marinette? Seguro solo lo está haciendo por lástima—, espetó Chloé con su típico tono condescendiente, arqueando una ceja con desdén.
Marinette bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta ante el comentario malicioso de Chloé.
Adrien intervino suavemente, tratando de calmar la tensión creciente.
Chloé, frustrada por no lograr su cometido, bufó con disgusto y se dio la vuelta, alejándose con paso rápido mientras murmuraba algo sobre la elección de parejas para la fiesta.
Marinette miró a Adrien con gratitud, agradecida por su apoyo y por haber aceptado su solicitud de ser su pareja de baile.

[Mansión Bourgeois]

Chloé Bourgeois se dejó caer pesadamente sobre el sofá blanco de la sala de estar, lanzando un suspiro exasperado que resonó en toda la habitación. Su padre, André Bourgeois, observó con preocupación desde su escritorio, donde estaba revisando algunos documentos.

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