Capítulo 11.

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Despertar emocional

Yuna estacionó su vehículo en el estacionamiento del Hotel Le Grand París con la precisión y frialdad que la caracterizaban. Apagó el motor y giró su mirada hacia Chloé Bourgeois, que estaba sentada en el asiento del copiloto, absorta en su teléfono móvil.
—Llegamos —anunció Yuna con una voz suave pero firme.

Chloé alzó la vista, esbozando una sonrisa de satisfacción. Yuna salió del coche y rodeó el vehículo con elegancia, abriendo la puerta del copiloto. Chloé salió del auto con la gracia de quien está acostumbrada a ser el centro de atención, y juntas se dirigieron hacia la entrada del imponente hotel.

El lobby del Hotel Le Grand París resplandecía con su lujo habitual. Los suelos de mármol reflejaban las luces doradas de las lámparas y las columnas ornamentadas daban una sensación de grandeza. Chloé continuaba hablando por teléfono con su padre, el alcalde de París, mientras Yuna cargaba varias bolsas de compras, repletas de ropa y accesorios de las tiendas más exclusivas del centro comercial.

—Sí, papá, salí de compras —decía Chloé, casi con un tono de indiferencia—. No, no te preocupes, todo está perfecto.

Yuna observaba a Chloé de reojo, escuchando cada palabra de la conversación, aunque su rostro permanecía impasible, había algo en la forma en que Chloé se dirigía a su padre que le resultaba intrigante.

Las puertas del ascensor se abrieron con un suave "ding" y ambas entraron. Chloé seguía hablando, gesticulando con la mano libre mientras Yuna se mantenía en silencio, sosteniendo las bolsas. La ascendencia de la cabina era tan suave que casi no se sentía.

Finalmente, llegaron a la planta de la suite de Chloé. Las puertas del ascensor se abrieron y Chloé salió primero, continuando su conversación telefónica.
—Sí, papá, lo sé. Te veré más tarde.

Yuna la seguía de cerca, aún cargando las bolsas. Llegaron a la puerta de la suite y Chloé se volvió hacia Yuna, terminando su llamada con un rápido "Adiós".

—Pasa Yuna —dijo Chloé, empujando la puerta abierta.

—No es necesario —respondió Yuna, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto—. Ya me iba.

Pero Chloé frunció el ceño, evidentemente molesta. Sin pensarlo dos veces, la tomó del brazo y la jaló hacia adentro.
—Vamos, entra —insistió Chloé, sus ojos brillando con determinación.

Yuna vaciló por un momento, sorprendida por la súbita firmeza de Chloé, pero finalmente cedió, siguiendo a la joven Bourgeois al interior de la lujosa suite. La puerta se cerró detrás de ellas, y la atmósfera en la habitación pareció cargarse de una tensión inesperada.

Yuna colocó cuidadosamente las bolsas de compras sobre una mesa de cristal en el centro de la suite. Observó la habitación de Chloé, un reflejo del lujo y el esplendor en el que vivía. El mobiliario de diseño, las obras de arte en las paredes, y la amplia vista de la ciudad contrastaban notablemente con la austeridad de su propia habitación. Sin embargo, Yuna no le dio mayor importancia, permaneciendo de pie, observando a Chloé mientras acomodaba sus pertenencias.

—Es la primera vez que salimos juntas —comentó Chloé casualmente, mientras organizaba sus nuevas adquisiciones—. No pensé que alguien como tú pudiera ser tan interesante.

"De hecho, no esperaba que su compañía fuera tan cómoda" —Pensó también Chloé.

Yuna la observaba detenidamente. Chloé llevaba unos zapatos de tacón que resonaban ligeramente contra el suelo de mármol, un conjunto de ropa cuidadosamente seleccionado y un cinturón dorado que acentuaba su figura. Su cabello rubio, recogido en una cola de caballo, brillaba bajo las luces de la suite, y sus gafas de sol descansaban sobre su cabeza.

Sabor a Miel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora