Deseo y Cuidado.
Chloé Bourgeois se despertó esa mañana con una sensación pesada en la cabeza. La luz que se filtraba por las cortinas le resultaba demasiado brillante, y el zumbido constante en sus oídos la hacía sentir como si estuviera en medio de una tormenta. Se llevó una mano a la frente y sintió el calor que emanaba de su piel. Un resfriado fuerte la había atrapado, y el malestar general la hacía sentirse aún más irritada.
Con un quejido de frustración, se dejó caer nuevamente sobre las almohadas, envolviéndose en las sábanas como si estas pudieran protegerla de la incomodidad de su fiebre. Odiaba sentirse débil, odiaba aún más tener que lidiar con algo tan mundano como un resfriado. "¿Por qué yo?", se preguntó con amargura, cerrando los ojos en un intento de bloquear el mundo exterior.
Justo en ese momento, el sonido familiar de una notificación en su celular resonó en la habitación. Chloé frunció el ceño, alzando ligeramente la cabeza para buscar su teléfono en la mesita de noche. Sus ojos se entrecerraron ante la luz de la pantalla, y su corazón dio un pequeño vuelco cuando vio el nombre en la notificación: Yuna.
"Buenos días. ¿Amaneciste bien?"
El mensaje de Yuna era simple, pero para Chloé, era como un rayo de sol en medio de su tormenta. Ver su nombre aparecer en la pantalla tan temprano en la mañana era... inesperado. Chloé se sintió momentáneamente sorprendida.
Sin embargo, la punzada aguda del dolor de cabeza no le permitió disfrutar mucho del momento. Cerró los ojos con fuerza, el teléfono se le resbaló de las manos y cayó en la cama mientras ella volvía a hundirse entre las sábanas, buscando alivio en la oscuridad y el silencio de su habitación. El mensaje quedó sin responder, pero en su mente febril, Chloé no podía dejar de preguntarse si debería responder a Yuna inmediatamente
El dolor la obligó a tumbarse completamente de nuevo, y mientras su conciencia se desvanecía entre el sueño y la vigilia, una parte de ella deseaba poder sentirse lo suficientemente bien como para responderle a Yuna. Pero por ahora, solo podía dejarse llevar por el cansancio, esperando que el resfriado pasara pronto y la dejara volver a su rutina.
Chloé se incorporó lentamente, a pesar del dolor que le atravesaba la cabeza. Alcanzó su teléfono de nuevo, sus dedos temblando un poco al escribir una respuesta. Sus ojos estaban entrecerrados por la luz brillante de la pantalla, pero no quería ignorar el mensaje de Yuna. Tomó una respiración profunda, tratando de contener la mezcla de emociones que la embargaba.
"Buenos días Yuna. Sí, amanecí bien y tú?."Era una mentira piadosa, algo que le resultaba natural decir. No quería parecer débil, y menos ante Yuna, quien siempre parecía tan imperturbable, tan segura de sí misma. Pero justo después de enviar el mensaje, un sentimiento de culpa se instaló en su pecho. Se recostó nuevamente, cerrando los ojos. Sintió que la fiebre le hacía sudar, y el zumbido en su cabeza se intensificaba. Se estaba mintiendo a sí misma tanto como a Yuna.
Unos minutos después, el teléfono sonó de nuevo. Chloé lo tomó con desgana, y leyó la respuesta:
"Me alegra leer eso, yo bien."Chloé mordió su labio inferior. Las palabras de Yuna eran amables, pero también le recordaban que no había sido sincera. Con un suspiro, decidió corregir su error. Con las manos temblorosas y un nudo en la garganta, comenzó a escribir, tratando de sonar casual, como si no le importara realmente.
"En realidad, no me siento tan bien... Tengo dolor de cabeza y fiebre. Creo que es un resfriado. Me preguntaba si podrías venir a hacerme compañía un rato... Si no estás ocupada, claro."
Chloé envió el mensaje antes de que su valor se desvaneciera. Inmediatamente sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, no solo por la fiebre, sino por los nervios que le producía haber mostrado vulnerabilidad. ¿Y si Yuna la rechazaba? ¿Y si encontraba la solicitud molesta o inapropiada?.
ESTÁS LEYENDO
Sabor a Miel
FanfictionChloé Bourgeois había forjado una reputación de arrogancia y crueldad, siempre resguardada por la sombra de los privilegios que su apellido le otorgaba. Para muchos, era imposible imaginar un cambio en su corazón, endurecido por años de desdén y sup...