† Capítulo 2.

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ᅠᅠᅠ ᅠᅠᅠ 𝗔𝗘𝗥𝗢𝗡.
ᅠᅠᅠ ᅠᅠᅠ Dos días después.

Siento las punzadas en mi espalda, atravesando todo mi cuerpo hasta alcanzar el vientre, donde puedo notar las vendas cubriéndome las heridas, logrando que un efímero hormigueo cosquilloso logre reducir el dolor. Huele a hierbas, a una especie de mezcla curativa bajo mi camis... Es en este entonces cuando me percato de mi torso desnudo, ajeno a cualquier tela. Pero estoy solo. En una habitación que no conozco y con una tenue luz que apenas penetra por culpa de las cortinas cerradas, jugándome malas pasadas en los ojos que todavía siguen inyectados en sangre. No recuerdo nada. Ni siquiera quién soy. El golpe que tengo en la cabeza lo confirma. Y esto me aterra, me aterra no volver a recuperar el presente y el pasado.

Mis fosas nasales se atreven a desafiarme cuando se percatan de un olor delicioso no muy lejos de mi alcance, a mi derecha, sobre la mesa en la que hay una bandeja plateada con un buen estofado y un plato de sopa. ¡Y agua! Justo lo que necesito para erradicar esta sed desértica matándome por dentro a pasos agigantados. Ya tendré tiempo para hacer preguntas, supongo. Intento hacer el esfuerzo nulo de ladearme como un oso hambriento hacia lo que supongo es para mí, sin lograr alcanzar siquiera el primer cubierto. Me quejo, aguantando las lágrimas que pretenden salir de mis ojos. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que estoy así? ¿Quién ha cuidado de mí? Es entonces que recuerdo que no tengo memoria, todo cuanto me cuestione jamás será respondido. Me duele todo, siento que cada uno de mis huesos van a romperse al mínimo movimiento. Y de repente... De repente oigo una carcajada que viene de enfrente de una misteriosa silueta cubierta por la oscuridad, una silueta sentada en un sillón cuyo color tampoco logro identificar. Y sin embargo, me avergüenzo tanto por mi estado, que atrapo las sábanas e intento cubrirme el pecho, tragando saliva. Hay unos ojos traviesos mirándome fijamente y hasta puedo notar su diversión raspándome a tan larga distancia. Este habitáculo es enorme. ¿O tal vez estoy delirando?

Veo cómo se levanta, su caminar es lento y no sé si me estresa o me siento a salvo. Estoy confuso y por lo mismo, deseo caer inconsciente de nuevo. En lugar de eso, lo sigo con lo que puedo seguirle; mis ojos son incapaces de despegarse del chico que creo haber visto con anterioridad, sin explicar por qué un sentimiento de odio irracional me sacude por dentro tanto como lo hacen mis heridas. Observarle es algo similar a echarme alcohol en la carne abierta, incrementando esta tortura. El desconocido abre las cortinas, lo cual me obliga instantáneamente a soltar la sábana con una de mis manos y cubrirme de la violencia del sol quemándome las retinas. Él, en cambio, continúa sus carcajadas.

——¿Se ha levantado la princesa?

Pregunta, girándose de pronto en mi dirección. El sonido de sus botas vuelve a ser lento y parece que cada uno de sus pasos me amenazan entre mi silencio y su sarcasmo. Respiro profundamente, con temor a saltar alguno de los hilos que cosen los cortes en mi piel. Sólo cuando la quemazón de mis pupilas se tranquiliza, es cuando yo puedo dejar mi vista plenamente al descubierto, mirándole mejor. ¿Ya estaba tan cerca? Dos pasos más y acabaría sentándose en esta cama. Pero no lo hace, se mantiene de pie, erguido y mirándome con ese cabello despeinado. Espera una queja de mi parte, como si me conociera, y por supuesto, se la concedo.

——Soy un chico. No me llames así.

——Y supongo que no sabrás cómo te llamas.

Niego, hasta ahora caigo en que tampoco conozco mi nombre. Podrían hacer conmigo lo que les diese la gana y yo, ingenuo, no rechistaría.

——Esperaba que me lo dijeras tú. ¿O a tu sarcasmo le gusta comerse tu lengua?

No temo haber sido grosero, en este instante de mi vida es cuando necesito sacar un poco mi temperamento. Lo único que parezco no haber olvidado. Nos pausamos, le aparto los ojos de encima y aguardo a que responda, al menos, cómo me llamo.

Mío ( Davos Blackwood x Aeron Bracken )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora