† Capítulo 14.

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ᅠᅠᅠAERON. 

Cabalgamos a campo abierto hacia nuestra fortaleza. Oigo los gritos desesperados de los campesinos mientras sus ganados arden junto a sus animales. Las alas del fuego son tan grandes, tan vivas, que siento cómo me queman la espalda sin tocarme. Apenas logro sostener las riendas, mi caballo se tambalea debido a la rapidez y al obstáculo que suponen las piedras atravesadas en medio de la travesía. Todo en mí llora. Desde mis pies dormidos hasta mis manos temblorosas incapaces de abandonar la tormenta de agitación que hay en ellas. La piel de mis dedos continúa teñida de la sangre de Davos, los únicos restos que me he llevado de él por un vil empujón llevado a cabo con mala intención. Éleror trata de alcanzarme, pero yo no lo necesito a mi lado, así que pico el lomo del caballo y lo obligo a ir más rápido que él, colocándome de los primeros en la huida. 

Seto de Piedra no queda tan lejos, y sin embargo, lo siento como si estuviéramos en la otra punta de Westeros, igual que si nos quedaran lunas y lunas de viaje. Es en este momento de mi vida donde me pregunto si han merecido realmente la pena tantas décadas de luchas sin fin entre una casa y la otra por motivos que ya muchos ni sabemos. Sólo por lo que nos cuentan... Nunca hubiera imaginado sentirme así, sentir que mi cuerpo se ha vuelto de porcelana, tan frágil que cualquier toque puede romperme con la facilidad de un simple suspiro. Estoy hecho de cristal, pero incluso estos pedazos que poco a poco se van rompiendo de mí, pueden llegar a ser dañinos... Desearía regresar el tiempo atrás, no haber empuñado jamás la espada ni haberlo amenazado con atravesar su pecho... Y aunque sé que él me hubiera matado, siempre he comprendido que nunca hemos sido similares. Nuestras diferencias han sido lo único que nos ha hecho ser especiales a la vez, cada uno a su manera. 

Las puertas de Seto de Piedra por fin se abren, recibiendo a sus señores. Sujeto firme las riendas y procedo a bajarme, sin la detención completa del caballo. No me importa si caigo, si los que me miran, ven en mí un mocoso débil que quitarse de encima. Desde que me nombraron caballero, pude notar a mi alrededor un enjambre de arañas venenosas pendientes de clavarme sus colmillos y apagar mi vida. Pero eso ya lo tienen. Quizá no en un sentido literal, pero lo tienen. No lo pienso, no estoy para razonar, el dolor de esta pérdida me obliga a actuar por instinto, como si quisiera dejar que esto fuese mi escudo a partir de ahora, y por ello, decido tirar de las riendas del caballo de Éleror, haciendo al animal relinchar y subirse a dos patas, enfadado con mi atrevimiento. El brujo se baja, sabiendo cuáles son mis intenciones de llevármelo a una estancia privada. Hay cosas que conversar. 

——Acompáñame inmediatamente. 

Él no pone objeciones, me sigue. Volver a mi hogar tras haber vivido durante casi un mes en el Árbol de los Cuervos me parece extraño. ¿Acaso no deseaba regresar aquí porque en aquel lugar al otro lado de la frontera, todos me hacían el vacío? Ya no sé a dónde pertenezco de verdad, dónde hubiera preferido quedarme. Aquí hay buenos y malos. Allí también los había, pero al menos, debo reconocer que tuve los momentos más felices de mi vida mientras Davos me los proporcionaba aunque fuesen mentira, un teatro, su venganza. Porque fue la mentira más dulce y nociva en la que hasta ahora me había aventurado. Tenerlo conmigo, besarlo... Me hacía regresar y estancarme en nuestro pasado, donde sé que sí fuimos completamente felices. E incluso si hubiera sobrevivido, también se habría acabado. Puedo sentir tan fuerte que en ocasiones quiero consumirme, pero no puedo permitirme caer en lo mismo una y otra vez. Nuestro destino y nuestro final, ya lleva escrito desde antes de conocernos. 

——¿Por qué estás llorando por un Blackwood?

Me pregunta. Yo cierro la puerta de la que es mi habitación igual que si quisiera romperla, hacerla añicos. Hay desorden, suciedad, escombros... Y ni eso me importa ya. 

——Me orillaste a matarlo, me obligaste... ¡Tú sabías cuál era mi situación! 

——No es como si en el fondo no hubieras querido hacerlo. Vi tu odio en los ojos en cuanto los recuerdos volvieron a tu cabeza. Te eché una mano. 

Mío ( Davos Blackwood x Aeron Bracken )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora