La Última Carrera

Extra Especial MNE y LUC.

Especial de MNE y LUC por las 500mil lecturas.❤️

De alguna forma, quise unir estas dos historias, aunque sea para un especial. Puede que algún día suba este mismo especial en Mi Naturaleza Enemiga, pero narrado desde la otra perspectiva. Por ahora, disfruten este<3.

7 años antes.

Brooke.

Cuando aprendes lo que la vida es en realidad, también aprendes a diferenciar lo que es un golpe duro proveniente de ella, y un golpe compasivo.

Anhelaba, ya fuera por una vez en mi vida, sentir el golpe compasivo. Ese que venía, dolía, podía hacerte llorar, pero que era por un bien mayor, porque las cosas iban a mejorar, un golpe por bien, no uno que te sentenciaba a un sufrimiento que viviría contigo por el resto de tu vida.

Salí del bar con una cerveza en la mano, ajena a lo que me rodeaba, aunque no lo suficiente como para perder de vista algo fuera de lo inusual. No lo había. Solo estaban unos cuantos borrachos, bebiendo y riendo descontroladamente como si sus risas fueran buena música.

Rodé los ojos ante eso.

Saqué la llave de mi moto del bolsillo de mi pantalón y como pude me subí en ella. Eran al rededor de las doce de la noche. Al colocarme el casco, miré hacia el cielo. Estaba oscuro, sin estrellas, pero con una luna llena resplandeciente.

Luz en la oscuridad.

Apreté los manubrios con mucha fuerza, bajando lentamente la mirada.

Yo era completa oscuridad. Y mi luz... Mi luz podía apagarse en cualquier momento.

Conduje hacia el hospital con calma. El alcohol me puso algo sentimental, así que estuve todo el camino con lágrimas saliendo de mis ojos. Lágrimas que tuve que controlar para no tener un accidente. Aunque las calles no estaban muy habitadas esa noche.

Aparqué en el estacionamiento. Todo parecía estar tranquilo. Las puertas estaban disponibles para cualquier emergencia, y los faroles estaban encendidos.

Cuando bajé de la moto, tuve que recostarme de esta porque un mareo me invadió. A penas podía mantenerme de pie yo sola. Quería ver a mi pequeño, pero no que él me viera en estas condiciones, si es que estaba despierto.

Decidí dejar la moto ahí y caminar un poco hasta llegar a una de las aceras menos visibles de la parte delantera del hospital. Nadie vería que yo estaba ahí si no se acercaba lo suficiente.

Hice una inspección visual a mi alrededor, y al no ver a ni una sola persona, me senté de golpe en la acera, aunque fue más por inercia que por conciencia.

Estiré mis piernas y apoyé mis manos a mis costados, inclinando un poco mi espalda hacia atrás, contemplando otra vez la hermosa luna. Le dediqué media sonrisa.

—Es preciosa ¿no?

Me sobresalté, recogiendo un poco mis piernas. Giré rápidamente mi cabeza hacia mi lado derecho, donde estaba un chico, mirando el mismo punto que yo miraba antes.

Era alto, de cabello negro, muy negro. Tenía piel pálida y vestía todo de negro. Usaba guantes de cuero como los míos, excepto que estos dejaban a la vista parte de sus dedos.