Capítulo 22

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22.  Un Nuevo Lugar


El silencio es una de las cosas que más odio en el mundo, no lo soporto, me hace sentir sola, sin contar que al estar en silencio tienes más tiempo para pensar y recordar cosas que preferirías olvidar, por eso, a pesar de que no me agradara la idea, me encontraba haciéndole preguntas a Gonzales.

—¿Hace cuanto trabajas para Reginal? —le pregunté, Sara estaba profundamente dormida en mis brazos, Lady se encontraba acurrucada en el sillón al lado mio.

—No estoy muy seguro —respondió el pelirrojo —diría que toda la vida, mi padre trabajaba para su padre y ahora yo trabajo para él.

Asentí ligeramente con la cabeza, mire al rededor, las paredes eran totalmente blancas, no tenían ningún cuadro o ninguna decoración, el piso era negro, pero suficientemente brillante como para poder ver tu reflejo a la perfección.

—¿Qué es este lugar? —pregunte —se que es una hacienda de los Miller, pero tiene que tener algo como para que Reginal nunca me haya traído aquí.

—No tengo autorización para darle esa información, señora Miller.

—¿Hay algo que puedas contarme? —le pregunté con el entrecejo fruncido, en ese momento lo único que necesitaba era información, así fuera la más minúscula pizca de esta, yo necesitaba entender la situación.

—Creo que lo mejor es que espere a que los señores Miller y Jones vuelvan, ellos le dirán todo lo que necesitan saber.

Solté un resoplido, acomodé mejor a Sara en mi brazos, los cuales ya habían empezado a doler, pero no tenía el cochecito de la bebe y no me gustaba la idea de dejarla acostada en el sofá.

—¿Sabes cuando llegaran? —pregunte, Gonzales negó.

—Probablemente lleguen al anochecer —respondió, me sorprendía su sorprendente capacidad para no moverse, llevaba en la misma posición desde que Reginal y Bastian se habían ido —después de lo que pasó tienen mucho trabajo que hacer.

Volví a asentir, ya no se me ocurre que más preguntarle, había dejado claro que no me daría información de ningún tipo y no parecía ser de los hombres que charlaban, era más de los que solo contestaban, muy diferente a la primera vez que lo vi, fingiendo ser un empleado de Reginal, me pregunto si se sentirá incomodo, a fin de cuentas él era el mismo hombre que me había mentido en la cara y me había dicho que Reginal me engañaba, aunque probablemente no le importaba, a fin de cuentas solo estaba cumpliendo las órdenes de Reginal.

La tarde fue extremadamente aburrida, no me atrevía a salir de la sala, Sara durmió casi todo el tiempo, al igual que Lady, la cual parecía estar agotada, como había supuesto, Gonzales no era un hombre de charla, por lo que después de unas horas dejé de intentar hablar con él, tampoco fui capaz de dormir, después del ataque mi cerebro estaba muy alerta, haciéndome imposible poder cerra los ojos por más de unos segundos.

Reginal y Bastian llegaron pasadas las siete de la noche, cuando Reginal entro lo primero que hice fue darle a Sara, pues yo ya ni siquiera sentía mis brazos, yo me volví a sentar, los dos se quedaron de pie delante mío, hubo silencio por unos segundos, hasta que por fin me atreví a preguntar:

—¿Qué es todo esto? —algo iba mal y lo que fuera que estuviera pasando iba más allá del ataque.

—Elen... —Reginal empezó —sabes que los Miller tienen varios negocios —asentí lentamente, Reginal parecía algo nervioso, lo cual era raro —pero no todas las actividades que se hacen en estos negocios son legales.

En Los Años 50Donde viven las historias. Descúbrelo ahora