Capítulo 10.

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10. Comida Familiar

Mire a Bastián y luego a mi madre.

― ¿No planeas saludar? ― mi madre me preguntó.

Yo no entendía por qué ella estaba aquí, normalmente siempre venía con previo aviso, nunca se había aparecido, así como así.

El día había empezado bien, había hecho mi rutina con normalidad, Reginal y yo salimos a hacer unas compras y habíamos logrado zafarnos de un interrogatorio por parte de Natalie, pero ningún día era bueno con mi madre.

Le sonreí de la mejor manera que pude.

― Buenos días mamá ― la salude ― ¿Qué estás haciendo aquí? ― esta pregunta la hice mirando principalmente a mi hermano.

― ¿Qué acaso no puedo venir a visitar a mi hija? ― Pregunto entrando a la casa ― además tengo que asegurarme de que estés haciendo las cosas mejor que el año pasado.

Reginal no parecía muy contento de tener a mi madre en la casa, ni siquiera la saludó, tomó a Bastián y lo sacó a rastras de la casa, mi madre ignoró por completo esta acción, fue directamente a la cocina.

― ¿Todavía no has aprendido a arreglar la cocina?, esto es un desastre.

― Si sé hacerlo, hoy no he tenido tiempo para hacerlo ― le respondí, intentando no mirarla.

― ¿No has tenido tiempo? Son las 9 de la mañana, ¿Qué has hecho en todo el día?

― El desayuno y fue con Reginal a comprar algunas cosas que faltaban, tu sabes a la perfección que las filas son infinitas.

Después de lo que dije, mi madre parecía verdaderamente ofendida, colocó sus manos en sus caderas y me miro con el ceño fruncido.

― ¿Reginal te acompaño a hacer las compras? Eso no es para nada aceptable ¿Cómo se te ha ocurrido? ― Mientras me regañaba empezó a sacar unas ollas y platos ― Las compras son algo que las mujeres hacen solas, debiste haberlo dejado descansar, después de cinco años uno creería que has aprendido algo, pero al parecer sigues siendo igual de tonta.

― Él se ofreció a acompañarme ― me limité a responder.

Mi madre rodó los ojos, rebusco entre los armarios de la cocina, buscando alguna idea de lo que debería cocinar.

― Lo que sea, no es apropiado y lo sabes, debiste haber ido sola.

― No le veo nada de malo a salir con mi marido

Mi madre tomó un gran bocado de aire y me miró.

― Los hombres no hacen las compras o acompañan a sus mujeres a hacerlas, es mal visto, no puedes permitir que pase otra vez, podría dañar tu imagen.

― Eso no tiene ningún sentido ― Iba a decir más, pero al ver la mirada de enojo de mi madre preferí quedarme callada.

Ella empezó a cocinar, mientras yo la observaba, muchas veces intente ofrecerle mi ayuda, pero siempre me daba las mismas respuestas.

"No puedo permitir que arruines la comida" "Eres demasiado torpe Elen, no puedo permitir que dañes algo" "Mejor no, la única manera de que todo salga perfecto es que lo haga yo sola"

El almuerzo estuvo listo hasta después del medio día y para este punto yo ya estaba harta de mi madre, si no fuera porque no quería salir sola, ya me hubiera ido con la excusa de ir a comprar algo.

Pasó una hora más antes de que Reginal y Bastián volvieran, mi madre les sonrió y prácticamente los obligó a sentarse en la mesa a comer.

El ambiente era incómodo, no era para nada a lo que ninguno de los tres estaba acostumbrado.

En Los Años 50Donde viven las historias. Descúbrelo ahora