Capítulo 23.

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23. Estados Unidos

Mi mirada estaba fija en el tablero, cerré uno de mis ojos para poder fijar mejor la vista, apunte y lentamente dispare, un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando el estruendo del disparo llegó a mis oídos, baje la pistola rápidamente, el tablero estaba intacto, el árbol a su lado no tanto.

—Al menos esta vez si disparo —comentó Reginal, que se encontraba al lado mío, observando.

Reginal había decidido que lo mejor para mi seria aprender a defenderme, el día del ataque yo había tomado uno de sus pistolas, pero si el hombre hubiera logrado entrar al habitación lo máximo que hubiera podido hacer habría sido tirársela y confiar en que le cayera en la cara, lo cual probablemente no hubiera sido capaz de lograr por los nervios y miedo que sentía en el momento.

—Soy horrible en esto —Afirmé, durante la última semana no había un solo día en el que no practicara y no parecía avanzar por ninguna parte.

—Lo eres —Bastian concordó, mi hermano estaba sentado tranquilamente, tenía a Sara en uno de sus brazos y en el otro una botella de cerveza —si yo fuera Reginal te quitaría esa pistola antes de que accidentalmente le dieras a alguno de nosotros.

Suspire frustrada, Reginal miro mal a mi hermano.

— ¿Puedo descansar? —le pregunté a Reginal —estoy cansada y me duele el brazo.

—Si claro, continuaremos mañana, tal vez podamos buscar un arma diferente.

Asentí, me acerqué a Lili, que se encontraba sentada al lado de Bastian, cubría su cara con un sombrero de playa y soltaba pequeños ronquidos.

—Lily despierta —murmure mientras la movía ligeramente —vamos a dar un paseo.

Mi amiga estiró sus brazos mientras soltaba un pequeño bostezo, se quitó el sombrero, me miró con los ojos entrecerrados, todavía estaba medio dormida.

—Si, claro —se levantó torpemente, cuando logró estar establemente parada me sonrió —esa silla era muy incómoda.

Sonreí ligeramente, tomé a Lili del brazo y la llevé hacia el jardín principal de la hacienda.

—Hay que admitir que es un lugar bonito —comentó mi amiga, mirando los alrededores —mucho mejor que la otra hacienda.

—Sin ninguna duda lo es —concorde, mi mirada recorrió el paisaje, en el jardín habia un pequeño lago con pequeños peces naranjas nadando dentro de él, cerca de la orilla del lago había un enorme sauce, sus peculiares hojas caían como gotas de lluvia, la mayoría sobre el piso, una parte sobre el lago, verlo solo te hacía querer perderte entre sus hojas y ver qué escondían, porque daba la sensación de que te encontrarías con algo fantástico allí (aunque solo se encontraba un tronco torcido) —pero la razón por la que estamos aquí hace que no me pueda adaptar al lugar — confesé, pues por más hermoso y provocativo que fuera el sauce, no me atrevía a acercarme mucho a él —simplemente no puedo sentirme cómoda.

— ¿Se lo has dicho a Reginal? —me preguntó, negué con la cabeza.

—Ya tiene muchos problemas y no es su culpa que yo no me adapte, no lo voy a molestar por una bobada, además este lugar es seguro, aquí ese De Luca no podrá atacarnos.

Lili me miró por unos segundos, su mirada decía todo lo creía y pensaba, pero no dijo nada de eso.

—Hablando de eso, se me hace difícil pensar que a Miller lo está intentando matar un loco —cambió el tema.

En Los Años 50Donde viven las historias. Descúbrelo ahora