Parte 2: El asalto en la plaza

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El crepúsculo envolvía la ciudad de Vyndara con una neblina dorada. Los mercados cerraban, y los habitantes se retiraban a sus hogares. Sin embargo, para Erik, el último mago, y sus compañeros, la noche apenas comenzaba.

Erik ajustó la capucha de su capa mientras caminaba con determinación por la abarrotada plaza central. A su lado, Lysandra, la guerrera, mantenía una mano en la empuñadura de su espada, lista para cualquier eventualidad.

—¿Estás seguro de que este es el lugar? —preguntó Lysandra, mirando a Erik de reojo.

—Las señales apuntan aquí. —Erik respondió en voz baja, sus ojos escudriñando cada sombra—. El talismán perdido debe estar cerca.

De repente, un grito perforó el aire. Un grupo de bandidos apareció, esparciendo el caos entre los mercaderes y transeúntes.

—¡Por ahí! —exclamó Erik, señalando a un hombre encapuchado que corría hacia un callejón estrecho, sosteniendo algo brillante.

Lysandra desenvainó su espada con un destello de acero.

—¡No dejaré que escape!

Ambos se lanzaron tras el ladrón, esquivando puestos derrumbados y empujando a un lado a los aterrorizados ciudadanos. El ladrón miró hacia atrás y, al verlos, apretó el paso.

Erik murmuró unas palabras arcanas, extendiendo su mano. Un rayo de energía mágica chisporroteó en el aire, rozando al ladrón, quien tropezó y cayó al suelo, dejando caer el talismán.

Lysandra llegó primero, levantando el talismán y girándose hacia Erik.

—Lo tenemos. —dijo, con una sonrisa triunfante—. Pero, ¿quiénes eran esos hombres?

Antes de que Erik pudiera responder, una figura oscura emergió del callejón. Su presencia emanaba un aura de poder y peligro.

—Dámelo. —ordenó, con una voz que resonaba con autoridad.

Lysandra levantó su espada, preparada para defenderse, mientras Erik sentía cómo la energía mágica fluía a través de él.

—Tendrás que pasar sobre nuestros cadáveres. —respondió Erik, con determinación.

La figura rió, un sonido frío y siniestro.

—Eso puede arreglarse. —dijo, alzando una mano cubierta de runas brillantes.

Erik sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver las runas en la mano de la figura. Sabía que no se trataba de un enemigo común.

—Lysandra, cuidado —advirtió, sus ojos fijos en el extraño.

Lysandra no bajó la guardia, pero su mirada se desvió brevemente al talismán que sostenía. En ese instante, un resplandor azul emanó del objeto, envolviéndola en una luz cegadora.

—¡Erik, qué está pasando! —gritó Lysandra, tratando de soltar el talismán, pero sus dedos parecían pegados a él.

Erik extendió ambas manos hacia Lysandra, invocando un escudo protector, pero la energía del talismán atravesó sus defensas mágicas con facilidad. La figura oscura avanzó, sus ojos brillando con una malicia sobrenatural.

—Es inútil resistirse. El talismán ha elegido a su portador. —dijo la figura, su voz vibrando con un tono de satisfacción.

Erik frunció el ceño, tratando de entender lo que estaba ocurriendo. Entonces, de repente, la luz se apagó, y Lysandra cayó de rodillas, jadeando.

—¿Estás bien? —preguntó Erik, arrodillándose a su lado.

Lysandra asintió lentamente, levantando el talismán. Sus ojos se encontraron con los de Erik, y por un momento, una chispa de comprensión pasó entre ellos.

—Puedo sentirlo... —dijo Lysandra, con voz entrecortada—. Este talismán tiene un poder inimaginable. Es como si... —su voz se apagó mientras intentaba procesar la magnitud de lo que sentía—. Puedo ver cosas, Erik. Puedo sentir los flujos de energía a mi alrededor.

La figura oscura se detuvo, observando con interés.

—Parece que has despertado su verdadero potencial. Pero eso no cambia nada. —Con un movimiento brusco, lanzó un rayo oscuro hacia ellos.

Erik reaccionó al instante, creando un escudo mágico para desviar el ataque.

—Tenemos que salir de aquí. —susurró Erik a Lysandra—. No podemos enfrentarlo sin saber más sobre el talismán.

Lysandra se levantó con dificultad, aferrándose al talismán.

—De acuerdo, pero no lo perderemos de vista. —dijo, su mirada llena de determinación.

Juntos, retrocedieron lentamente, manteniendo la guardia alta. Erik lanzó una última mirada a la figura oscura antes de desaparecer entre las sombras con Lysandra.

La figura los observó alejarse, sus ojos brillando con una promesa siniestra.

—Nos volveremos a encontrar, y el talismán será mío. —murmuró, antes de desaparecer en la noche.

Mientras corrían por las estrechas calles de Vyndara, Erik y Lysandra sabían que su aventura apenas comenzaba. Con el talismán en su poder, debían descubrir sus secretos antes de que sus enemigos los alcanzaran.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Lysandra, su voz aún temblorosa por la experiencia.

—Buscaremos a los sabios de la Torre de Ébano. Si alguien puede ayudarnos a entender este talismán, son ellos. —respondió Erik, decidido.

Y así, con el talismán en sus manos y un nuevo destino por delante, se dirigieron hacia el próximo capítulo de su odisea.

El Último MagoWhere stories live. Discover now