Parte 14: La batalla

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En los antiguos bosques de Eldara, donde la luz de las estrellas danzaba entre los árboles centenarios y el viento susurraba secretos de tiempos olvidados, se libró la Batalla de los Eones.

El bosque resonaba con el clamor de la guerra mientras las fuerzas del bien y del mal convergían en un choque titánico. Los elfos de Eldara, con sus arcos tallados de madera ancestral y sus flechas que cortaban el aire con precisión mortal, se alineaban junto a los enanos de Durin, cuyas armaduras resplandecían bajo el sol filtrado por el dosel de hojas. A su lado, los magos de Orum desataron hechizos que iluminaban el cielo con destellos de poder, mientras los humanos de Aethor avanzaban con valor inquebrantable, liderados por el Rey Alden.

—¡Mantened la formación! —gritó la Reina Elara, su voz resonando por encima del estruendo de la batalla—. ¡No permitamos que avancen más!

—¡Por Eldara! —respondieron los elfos, lanzando una salva de flechas que encontraron sus blancos con precisión letal.

Del lado opuesto del campo de batalla, las fuerzas del mal se reunían como una marea oscura lista para devorar todo a su paso. Los gholos de las Llanuras Negras, bestias brutales y feroces, rugían con sed de sangre bajo el mando de Gorgash, señor de la guerra cuya mera presencia infundía terror en los corazones de los más valientes. Junto a ellos, los nigromantes de la Torre de Umbra, con sus túnicas ondeando como sombras vivientes, convocaban legiones de no-muertos para que se alzaran en un macabro ballet de muerte y destrucción.

—¡Avanzad, mis criaturas de la noche! —ordenó Gorgash, blandiendo su espada oscura en el aire—. ¡Haced que tiemblen ante nuestra furia!

—¡Los gholos se acercan! —gritó Erik, desenvainando su espada y preparándose para el combate—. ¡Mantened la línea!

Mira, con su arco en mano, disparó flechas certeras que encontraron sus blancos con precisión mortal. Desde el flanco derecho, un grupo de gholos se abalanzó con ferocidad, rompiendo las filas de los elfos. Ailara, con su destreza sobrenatural, se lanzó al combate, su espada danzando como una extensión de su voluntad.

—¡Mira, cuidado a tu derecha! —gritó Lirion, quien desató una ráfaga de fuego con un conjuro ancestral que envió a los gholos retrocediendo en llamas.

En el centro del campo de batalla, el Dragón de Ojos Verdes desplegó sus enormes alas, lanzando un rugido que resonó en lo profundo de la tierra y el cielo. Su presencia majestuosa inspiró a los defensores del bien, infundiendo esperanza en sus corazones cansados mientras luchaban contra las fuerzas de la oscuridad.

—¡El Dragón ha llegado! ¡Luchemos con todo lo que tenemos! —exclamó la Reina Elara, su voz elevándose por encima del tumulto de la batalla.

Con un aullido de furia, Gorgash dirigió a sus gholos hacia el dragón, su deseo de dominio sobreponiéndose incluso al terror que emanaba del guardián mítico. Los nigromantes, con sus oscuros conjuros, intentaron detener al dragón con cadáveres reanimados que se lanzaron contra él como marionetas sin vida.

—¡Proteged al dragón! —gritó Erik, luchando con ferocidad mientras defendía al anciano reptil de las hordas que se abalanzaban sobre él.

La batalla alcanzó su punto culminante cuando el cielo se oscureció con el humo de la magia y el fuego de los conflictos. La tierra temblaba bajo el choque de las fuerzas opuestas, y el destino de Eldara pendía de un hilo tan delgado como la luz de las estrellas que brillaban sobre ellos.

Así, en el Bosque de Eldara, se libró la Batalla de los Eones, una leyenda que resonaría a través de los siglos como un testamento del poder del bien sobre el mal y de la voluntad inquebrantable de aquellos dispuestos a luchar por la luz incluso en los momentos más oscuros.

El Último MagoWhere stories live. Discover now