Parte 13: Desencadenante

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El camino hacia las Montañas de Eternidad se volvía cada vez más traicionero. Mientras avanzaban, Erik, Ailara y Mira comenzaron a notar señales de actividad inusual. Las huellas de criaturas desconocidas y los restos de campamentos abandonados revelaban que no estaban solos en su búsqueda.

Una noche, acamparon en un claro protegido, donde Erik se ocupaba de mantener el fuego encendido mientras Ailara y Mira discutían sus próximos pasos.

—Necesitamos reunir aliados. —dijo Ailara, mirando el mapa extendido ante ellos—. No podemos enfrentar esta amenaza solos.

—Pero, ¿a quién podemos recurrir? —preguntó Mira, preocupada—. Las fuerzas del mal ya están movilizándose, y el tiempo no está de nuestro lado.

—Hay antiguos aliados que han jurado proteger el equilibrio del mundo. —respondió Ailara, con determinación—. Debemos encontrarlos y unir fuerzas antes de que sea demasiado tarde.

Erik asintió, pensativo.

—Los elfos de Eldara serían un buen comienzo. —sugirió—. He oído que su reina, Elara, posee una sabiduría ancestral y una magia poderosa que podrían ser de gran ayuda.

Ailara y Mira intercambiaron miradas de aprobación. Sabían que los elfos del Bosque de Eldara eran aliados naturales en tiempos de crisis.

Las Fuerzas del Bien y del Mal

—Los Elfos del Bosque de Eldara —comenzó Ailara, trazando con el dedo las rutas en el mapa—, son nuestros primeros y más antiguos aliados. Su reina, Elara, ha protegido sus dominios durante siglos con magia ancestral y guerreros expertos en el arco. Ellos han sentido el despertar del Dragón de Ojos Verdes y saben que algo oscuro está en marcha.

Erik asintió, recordando historias de la belleza y la ferocidad de los elfos de Eldara. Había oído hablar de sus habilidades en la batalla, y de cómo sus flechas volaban como sombras silenciosas.

—Luego, están los Enanos de la Montaña de Durin. —continuó Ailara—. Su líder, el Rey Thrain, es conocido por su valentía y su destreza en la forja. Sus guerreros son pequeños pero formidables, y no temen enfrentarse a ningún enemigo, por muy grande o fuerte que sea.

Mira asintió, agregando:

—Y no podemos olvidar a los Magos de la Torre de Orum. —dijo—. Su conocimiento del talismán y su magia antigua serán esenciales para nuestra misión. El Archimago Eldrin es un hombre sabio y poderoso, y seguramente entenderá la gravedad de nuestra situación.

—Por último, están los Humanos del Reino de Aethor. —dijo Erik—. El Rey Alden ha liderado a su gente con justicia y fuerza, y su ejército es conocido por su disciplina y coraje. Si logramos que todas estas facciones se unan, tendremos una oportunidad contra la oscuridad que se avecina.

Ailara tomó una respiración profunda antes de continuar.

—Las fuerzas del mal también están reuniéndose. —dijo, su voz apenas un susurro—. Los Gholos de las Llanuras Negras, liderados por el señor de la guerra Gorgash, son brutales y numerosos. Dondequiera que vayan, siembran el caos y la destrucción.

—Y luego están los Nigromantes de la Torre de Umbra. —añadió Mira—. Su líder, Zareth, tiene el poder de levantar a los muertos y controlarlos. Su magia oscura es una amenaza constante, y su ambición no conoce límites.

Erik frunció el ceño, consciente de que no solo debían encontrar aliados, sino también entender a sus enemigos.

—También debemos preocuparnos por los Trolls de las Ciénagas Pútridas. —dijo—. Estas bestias gigantescas y brutales, lideradas por Grukk, son difíciles de matar y devastan todo a su paso.

Ailara asintió, su rostro mostrando una mezcla de miedo y determinación.

—Y no podemos olvidar a las Sombras del Abismo. —dijo Erik, su voz cargada de preocupación—. Estas criaturas etéreas, bajo el mando del Encapuchado, se infiltran y corrompen desde las sombras. Se alimentan del miedo y la desesperación, y su presencia es casi imposible de detectar hasta que es demasiado tarde.

El Encuentro y el Desencadenante

Mientras discutían estrategias, un ruido en los arbustos los puso en alerta. Ailara desenvainó su espada, y Mira preparó una flecha en su arco. De entre las sombras, emergió una figura encapuchada.

—No temáis. —dijo la figura, levantando las manos en señal de paz—. Soy un mensajero de la Reina Elara de Eldara. He venido a ofrecer ayuda en vuestra búsqueda.

La figura se descubrió, revelando ser un elfo joven con ojos brillantes y una expresión decidida.

—Mi nombre es Lirion. —dijo—. La Reina Elara ha sentido el despertar del Dragón de Ojos Verdes y sabe que la oscuridad está creciendo. Ella ha enviado un mensaje a todos los aliados del bien. Una gran batalla se avecina, y necesitamos unirnos si queremos tener alguna esperanza de triunfar.

Erik, Ailara y Mira intercambiaron miradas. La situación era más grave de lo que habían imaginado, pero también había una chispa de esperanza. Si podían reunir a todas las facciones del bien, tendrían una oportunidad de enfrentar la oscuridad.

—¿Dónde debemos ir primero? —preguntó Erik, decidido a actuar.

—La Reina Elara ha convocado una reunión en el Bosque de Eldara. —respondió Lirion—. Desde allí, planearemos nuestra estrategia y enviaremos mensajeros a los demás reinos.

Con un nuevo propósito, el grupo se preparó para partir hacia Eldara. Sabían que el camino sería peligroso, pero también que su misión era crucial. Las fuerzas del bien debían unirse, y juntos, enfrentarían a las oscuras facciones que amenazaban con sumir al mundo en la desesperación.

Mientras avanzaban hacia el Bosque de Eldara, sus corazones se llenaban de determinación. La gran batalla se aproximaba, y en sus manos descansaba el destino del mundo.

El Último MagoWhere stories live. Discover now