Parte 16: Asalto

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La Fortaleza de Aldor se alzaba imponente en el horizonte, sus murallas de piedra oscura destacándose contra el cielo crepuscular. Antaño un bastión de paz y sabiduría, ahora se preparaba para ser el escenario de la batalla decisiva que determinaría el destino de todo Eldara.

Erik, Ailara, Mira y Lirion llegaron a la fortaleza después de días de arduo viaje, cada uno con sus aliados y su propia historia de sacrificio y esperanza. El valle que rodeaba la fortaleza bullía con la actividad de tropas y aliados preparándose para la guerra. Faunos, enanos, elfos, humanos y criaturas mágicas convivían en un caótico pero decidido despliegue de fuerza y camaradería.

—Es impresionante —murmuró Mira, observando el vasto campamento—. Tantos seres unidos por una causa común.

Erik asintió, su mirada fija en la fortaleza.

—Y no debemos fallar. El futuro de Eldara depende de nosotros.

Dentro de la fortaleza, en la gran sala de guerra, los líderes de las facciones se reunieron alrededor de una mesa en la que estaba desplegado un mapa del reino. El Dragón de Ojos Verdes, en su forma más pequeña pero igualmente majestuosa, presidía la reunión.

—Tenemos que anticipar cada movimiento del enemigo —dijo el dragón—. Los Cazatalismanes y sus ejércitos de gholos y no-muertos son poderosos, pero no invencibles.

—¿Qué sabemos de su posición actual? —preguntó Lirion, examinando el mapa con atención.

—Nuestros exploradores han detectado movimientos al sur —respondió un elfo—. Están concentrando sus fuerzas en el Valle de las Sombras, preparando un asalto directo.

—Debemos atacar primero —dijo Ailara con determinación—. Si esperamos, nos rodearán y nos destruirán.

—Estoy de acuerdo —añadió Erik—. Un ataque preventivo podría desestabilizarlos y darnos la ventaja que necesitamos.

Faelion, el fauno, se inclinó hacia adelante, su rostro serio por primera vez desde que lo conocieron.

—Podemos usar el terreno a nuestro favor. Las colinas y bosques alrededor del valle pueden servirnos para emboscar y dividir sus fuerzas.

—Y nuestros magos pueden crear ilusiones para confundirlos —propuso Lirion—. Si logramos que se dispersen, perderán su cohesión y serán más fáciles de derrotar.

El dragón asintió, sus ojos verdes brillando con aprobación.

—Es un buen plan. Pero debemos ser cautelosos. Los Cazatalismanes son astutos y no subestimarán nuestras fuerzas.

La reunión continuó, cada líder aportando sus conocimientos y estrategias. La tensión en la sala era palpable, pero también lo era la resolución. Con cada minuto que pasaba, el plan se volvía más detallado y preciso, y la esperanza en la victoria se fortalecía.

Mientras tanto, en las sombras de la fortaleza, los preparativos continuaban. Guerreros afilaban sus espadas y ajustaban sus armaduras, magos practicaban sus conjuros, y los exploradores revisaban sus rutas una y otra vez. La atmósfera estaba cargada de anticipación y nerviosismo, pero también de una determinación férrea.

Esa misma noche, en el campamento enemigo:

Shirk, el líder de los Cazatalismanes, se alzaba en medio de la oscuridad como una figura salida de las pesadillas más profundas. Su forma espectral flotaba ligeramente por encima del suelo, envuelta en una niebla oscura que parecía absorber la luz a su alrededor. Montaba un caballo infernal, cuyas crines y pezuñas estaban envueltas en llamas eternas que no se extinguían ni con el viento ni con la lluvia.

Los ojos de Shirk brillaban con un fuego espectral, dos pozos de odio y malevolencia que podían congelar el alma del más valiente de los guerreros. Su voz, cuando hablaba, era un susurro gélido que resonaba en las mentes de quienes lo escuchaban, sembrando terror y desesperación.

—Nuestros enemigos se preparan —dijo, su voz atravesando la oscuridad—. Pero no saben lo que les espera. Esta noche, desplegaremos el verdadero poder del talismán.

Uno de los nigromantes, temblando bajo la mirada de Shirk, se adelantó.

—¿Cómo deseas proceder, maestro?

—Dividiremos nuestras fuerzas —respondió Shirk, sus ojos llameantes ardiendo con una intensidad peligrosa—. Los gholos y no-muertos atacarán por el flanco norte, mientras los Cazatalismanes nos moveremos por el sur. En el momento adecuado, invocaré a las sombras para envolver a sus líderes en la desesperación. Nadie escapará.

La reunión continuó, con Shirk delineando cada detalle del ataque. Su presencia llenaba de miedo incluso a sus propios seguidores, quienes sabían que cualquier error sería castigado con una crueldad indescriptible.

De vuelta en la Fortaleza de Aldor, Erik y sus compañeros estaban ajenos a la proximidad del peligro inminente. A pesar de sus preparativos, no podían prever la magnitud de la oscuridad que se cernía sobre ellos.

—Estamos cerca del final —dijo Erik, mirando a sus amigos—. No sé qué nos espera, pero sé que juntos podemos enfrentar cualquier cosa.

—Hemos llegado tan lejos —añadió Ailara—. No podemos detenernos ahora.

Mira asintió, su mirada fija en el horizonte.

—Lucharemos hasta el último aliento. Por nuestros hogares, por nuestros seres queridos, por Eldara.

Lirion, siempre el pragmático, sonrió levemente.

—Y si morimos, lo haremos sabiendo que lo dimos todo.

Esa noche, bajo un cielo estrellado, los aliados descansaron lo mejor que pudieron, sabiendo que el amanecer traería consigo el mayor desafío de sus vidas. En sus sueños, visiones de gloria y sacrificio se entrelazaban, preparándolos para lo que estaba por venir.

Cuando el primer rayo de sol apareció en el horizonte, la fortaleza cobró vida con una nueva intensidad. Los líderes dieron las últimas órdenes, los guerreros se formaron, y los hechiceros se prepararon para desatar su poder. La hora de la verdad había llegado.

Con un último vistazo a la Fortaleza de Aldor, Erik levantó su espada al aire.

—¡Por Eldara! —gritó, su voz resonando en el aire fresco de la mañana.

—¡Por Eldara! —respondieron miles de voces al unísono, llenas de valor y esperanza.

Y así, con el rugido del Dragón de Ojos Verdes resonando en el aire, comenzó el asalto final, una batalla que quedaría grabada en la historia como el momento en que el bien y el mal chocaron en una lucha definitiva por el destino de un mundo entero. Pero en algún lugar en las sombras, Shirk, el espectro infernal, aguardaba con ansias el momento para desplegar su terror, sabiendo que el verdadero enfrentamiento aún estaba por comenzar.

El Último MagoWhere stories live. Discover now