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Eugene tocó la puerta con cortesía y entró. Alexis, que estaba organizando documentos, lo recibió.


"Eugene ¿te ha ido bien en la clase?"


"No. Pero descubrí algo"


"¿Qué?"


"Cómo hacerlo. Lo descubrí. Oh, ¿puedo tomar tu mano? Creo que sería más eficiente si tomamos nuestras manos"


Eugene se acercó a Alexis de repente y extendió la mano. Alexis, desconcertado, le tomó la mano sin sospechar nada.


"Te quitaré los guantes."


Sin esperar el permiso de Alexis, Eugene le quitó los guantes y lo dejo con las manos desnudas.


"¿Qué está pasando?"


"Espera un momento."


Mientras sostenía la mano de Alexis, Eugene sacó un anillo del bolsillo de su chaqueta. Eugene, con un anillo de oro común en la mano, cerró los ojos y se concentró.

Aunque había experimentado la sensación de recibir un gran poder varias veces, seguía siendo asombroso. Ahora debía usarlo correctamente.

Debido a la maldición de un demonio sin nombre, Alexis siempre necesitaba un objeto consagrado. Aunque llevaba uno de repuesto, le resultaba más eficiente y conveniente poder consagrarlo el mismo. Después de todo, en la última batalla, estaría junto a Alexis.

Por lo tanto, necesitaba el poder divino.

Comenzó con la humildad. Luego, el respeto hacia los dioses. Finalmente, una solicitud ferviente.

Eugene abrió los ojos de golpe. Sintió algo.


"¡Lo logré!"


Mostrando el anillo consagrado, Eugene se regocijó. Al igual que se puede imaginar el sabor de una rosquilla recubierta de azúcar, podía sentir la energía impregnada en el anillo consagrado.


"Lo logré. Está consagrado. Espérame un momento. Lo prepararé para que puedas usarlo como repuesto"


Una sola consagración desaparecería en unos días. Para que el consagrado durara como el que usaba Alexis, tendría que consagrarlo varias veces durante varios días.


"Gracias. Eugene"


"Jaja. De nada. Ahora puedo hacer consagrados en cualquier momento y lugar. Pronto podré purificar también"


Eugene estaba envuelto en un éxtasis. Finalmente se sentía útil.

Mientras Eugene se regocijaba por su logro, Alexis se sintió un poco complicado.

La oficina con muchas ventanas siempre estaba iluminada mientras el sol estaba arriba. Eugene, envuelto en la energía divina bajo el sol de la tarde, parecía sagrado.

Cariño, cariño, cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora