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"Si vas a huir, tienes que hacerlo bien."


Eugene dijo algo que no había podido decirle a Alexis. Si realmente se decidía a huir, transformarse en un animal era ineficiente.

Si pensaba en cómo iba a ganarse la vida después de huir, tenía que llevar consigo cosas que valieran dinero. Lo mejor era llevar joyas o bonos pequeños y ligeros en un cinturón, subir a un barco y cruzar el mar a otro continente. O también podía crear una cuenta bancaria a nombre falso y transferir su fortuna antes de huir.

Era cierto que tenía que disfrazarse porque era llamativo, pero lo importante para huir era el dinero.

Eugene, que decidió crear una cuenta bancaria a nombre falso más adelante, buscó naturalmente a los dioses.

¿Saben? Mi cuerpo está sano y vivo, pero no me han dicho en qué estado está. Y si no vuelvo, ¿qué pasará con ese cuerpo? ¿Podré decirle a Alexis que soy Jeong Yujin después de salvar el mundo?

Pensándolo bien, las respuestas de los dioses siempre llegaban tarde. La actualización más rápida fue cuando discutí con ellos sobre el trato injusto en el espacio blanco de mis sueños.

Desde entonces, Eugene no había soñado con el espacio blanco. El alma de un coreano impaciente se sentía frustrada por las lentas actualizaciones, pero no había otra forma. Confiaba en que si enviaba muchas quejas, se resolvería de alguna manera, así que pidió y protestó por todo.

También sugirió que se creara un apartado de <Detalles especiales> en la ventana de estado y se explicara. Si los dioses lo reflejaran correctamente, podría obtener información más detallada.

Eugene, tras ordenar sus pensamientos, se levantó. Cuando le dolía la cabeza, era bueno moverse. Sudar aliviaba el cuerpo, la cabeza y la mente.

Eugene abrió la puerta pensando en bajar a la cocina a buscar algo de comer, o si tenía suerte, encontrar algo de alcohol. En ese momento, sintió un fuerte golpe en la nuca.

Perdió el conocimiento.





*





Eugene se estremeció al sentir algo frío tocando su rostro.


"¡Échale más! ¡Rápido!"


"Sí."


Después de una orden airada, algo frío le golpeó la mejilla de nuevo. Eugene, al darse cuenta de que le estaban echando agua en la cara, se sobresaltó y abrió los ojos. Recordó que había perdido el conocimiento después de recibir un fuerte golpe mientras intentaba salir de la habitación, y se quedó atónito.

Eugene intentó levantarse, pero sintió que algo le impedía moverse. Se quedó horrorizado al darse cuenta de que tenía las manos y los pies atados a cadenas que estaban unidas a la pared.


"Has abierto los ojos."


Eugene reconoció al instante a la persona que estaba frente a él. El hombre con un bigote de forma extraña, completamente cubierto de pomada, era el Marqués Taylot.

Cariño, cariño, cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora