Capitulo 2: Miseria

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Era un día soleado en Konoha y Naruto caminaba por las calles de la aldea, un lugar que había sido su hogar durante toda su vida, pero que nunca lo había hecho sentir verdaderamente bienvenido.

Desde muy joven, Naruto Uzumaki había sentido el frío desprecio de los aldeanos, quienes lo veían con desdén. A pesar de esto, se esforzaba por ser un buen estudiante en la academia ninja, tratando de demostrar su valía y ganarse el respeto que tanto deseaba.

En la academia ninja, aunque no era completamente aceptado, al menos tenía la oportunidad de mostrar sus habilidades y estar con los pocos amigos que había formado. Pero fuera de la academia, las cosas eran diferentes. Los aldeanos jamás olvidaban el terror que habían vivido cuando el Nueve Colas atacó la aldea, y su resentimiento se dirigía hacia Naruto.

Ahora, con siete años, Naruto había terminado sus clases en la academia. Caminaba por una de las calles principales, disfrutando del clima cálido y pensando en sus recientes lecciones de taijutsu. Estaba absorto en sus pensamientos cuando escuchó murmullos y risas que se dirigían hacia él.

"¡Miren, es el mocoso del demonio!", gritó un aldeano, señalándolo con desdén.

Naruto no se detuvo, aunque sintió una tristeza profunda. Siguió su camino con la cabeza gacha, aprendiendo a soportar los insultos y las miradas de desprecio que, aunque le dolían un poco menos que la primera vez, aún le herían.

"¿Qué quieres aquí, demonio?", dijo otro aldeano. "No eres bienvenido en este lugar."

El rubio siguió caminando, pero los aldeanos no lo dejaban en paz. Un pequeño grupo de ninjas de bajo rango, que estaban cerca, se unieron a la multitud.

"¿Qué pasa aquí?", preguntó uno de los ninjas. "Ah, es el niño del demonio."

Naruto apretó los puños, tratando de controlar su temperamento. "Solo quiero pasar", dijo con algo de timidez.

"¿Pasar? ¡No eres bienvenido aquí, monstruo!", exclamó otro de los ninjas, empujándolo ligeramente.

Las cosas no se detuvieron ahí. Pronto, los aldeanos, motivados por los ninjas, comenzaron a arrojar piedras a Naruto. El pequeño niño trató de cubrir su cabeza con sus manos, pero los ataques continuaron hasta que comenzaron a lanzarle kunais. Naruto se dio cuenta de que ya tenía varias cortadas, dos de ellas muy profundas, además de múltiples moretones.

Cuando vio su propia sangre, sintió una intensa oleada de emociones: miedo, rabia, frustración. Todo esto se mezcló dentro de él, y sin que él lo entendiera completamente, algo dentro de su ser se activó.

"¡Déjenme en paz!", gritó con toda su fuerza.

De repente, una poderosa onda de energía emanó de su cuerpo. Aunque no sabía qué hacer, instintivamente estiró su mano derecha en dirección a los aldeanos y, con frustración, dijo "Shinra Tensei."

De pronto, todos los que lo molestaban salieron disparados hacia atrás unos pocos metros hasta detenerse contra una pared. La fuerza del Shinra Tensei, una técnica del Rinnegan que él no sabía que tenía, se desató.

Naruto quedó de pie, respirando pesadamente, con los ojos llenos de lágrimas y total confusión. No entendía lo que acababa de suceder. Solo sabía que quería que el dolor y el desprecio terminaran.

Los aldeanos y ninjas se levantaron lentamente, mirándolo con una mezcla de miedo y odio, aunque ahora su miedo era mucho mayor. "¿Qué clase de monstruo es este niño?", murmuró uno de los ninjas.

"¡Aléjate de nosotros!", gritó un aldeano, retrocediendo. La mayoría de los aldeanos comenzaron a huir del lugar, temerosos de aquel niño, aunque algunos, paralizados por el miedo, no se movieron, mientras que otros querían vengarse aún más.

El Renacer del Rinnegan: El Legado de NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora