Capítulo veintidós: ¡feliz cumpleaños!

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  A la mañana siguiente Daemon despertó con un peso desconocido sobre su cuerpo, comenzó a abrir los ojos, parpadeó varias veces y miró hacia donde se encontraba Dalma dormida sobre su hombro, los recuerdos de la noche anterior no tardaron en aparecer, ella se veía serena y tranquila muy diferente a la noche con la tormenta y sumandole que no podia conciliar el sueño. No quería hacer mucho movimiento para no despertarla, pero ya su brazo estaba entumecido y además de eso necesitaba ir al baño con urgencia. Se quitó con delicadeza la cobija que los envolvía y la dejo con unas almohadas.

Ya en el baño se sentía extraño, sabía que algo muy fuerte comenzaba a crecer dentro de él, no es normal que se preocupe así por una chica que apenas conoce, tampoco sentirse seguro de ser vulnerable frente a ella o quererla proteger y estar con ella cada minuto, una parte de él tiene miedo de salir herido, pero herido del corazón.

Cuando estaba en el baño, Dalma se levantaba perezosamente, pero al segundo que vislumbro el lugar recordó que no era su cuarto y la razón del porque estaba ahí, miro hacia todo lado buscando a Daemon, pero no estaba, aunque si se oía la ducha del baño, iba a aprovechar e irse sin ser notada, pero escucho que la puerta del baño hacia un ruido, se volvió a acostar tapándose ligeramente, medio oculta y por el rabillo del ojo pudo ver como Daemon pasaba frente a ella envuelto en una toalla y buscaba algo en unos estantes cerca de la cama, desde su lugar podría ver claramente su espalda, sus músculos se movían como si tuvieran vida propia, y la toalla amenazaba con caerse con cada movimiento, pero aun así ella seguía observándolo oculta, como si fuera un delito ver tal obra de arte.

Perdida en sus pensamientos, no vio el momento en que él se volteó y la quedó viendo y al darse cuenta quedo expuesta ante él.

Después de unos segundos solo tomo su ropa y siguió el mismo camino hacia el baño, quería ver si ya se encontraba mejor y al ya no haber tormenta parece que si, no la vio con claridad, pero al parecer estaba consiente y no dormida, con una sonrisa comenzó a vestirse y cuando salió ya no encontró a Dalma acostada, sino ya de pie saliendo del cuarto, quiso invitarla a desayunar, pero solo dijo buenos días y adiós y salió casi corriendo con la escusa que debe de llegar a su casa para poder cambiarse de ropa.

Dalma cuando llego al departamento le llego una llamada de su mamá.

—Mamá, hola buen día, ¿cómo estás? —fue lo primero que pregunto por el miedo.

—Bien, hija bien ¿y tú? escuché que hubo tormenta, ¿te encuentras bien?

—Me encuentro bien mami, estuve con una amiga toda la noche.

—Me alegro por vos mi gatita, y vendrás el fin de semana, ¿verdad?

—Sí, solo deseo que no me aparezca una urgencia de trabajo.

—Bueno mi hijita, te espero… Ah por cierto los chicos irán a visitarte, o eso me dijeron ayer.

—¿Los chicos? Te refieres los hermanos Ferrero.

—Si fueron muy amorosos en venir a verme, pero no les diga que te lo dije, creo que era una sorpresa.

Se le hizo raro, ¿por qué buscarían sorprenderla? Pero bueno, a veces son así, la miman demasiado que a ella le encanta, es como la hermanita menor mimada.

—Bueno mami, cualquier cosa yo me hago la sorprendida, te llamo en la noche, ahora estoy atrasada para el trabajo.

—Bueno, mi niña... Feliz cumpleaños y no olvides en venir el fin de semana, te quiero mucho, mi guerrera.

Y colgó sin antes recibir respuesta, ahí se dio cuenta de muchas cosas y el por qué tantos secretos.

Llego a la empresa y ahí en la entrada tres chicos la retuvieron cada uno con un ramo de rosas de diferentes colores, el primero llevaba rosas rojas, el segundo rosadas y el último, blancas, los tres bajaron el enorme ramo para dejar al descubierto sus rostros y no tuvo que hacerse la sorprendida porque de verdad se había sorprendido con aquel detalle.

—FELIZ CUMPLEAÑOS —gritaron los tres, dejando las flores de lado y abrazándola entre los tres, ella parecía una pequeña lombriz entre los tres tratando de separarse.

Además de ellos tres había más personas que habían quedado a ver aquel espectáculo, además había alguien más que veía la escena desde otro ángulo con el ceño fruncido.

Las chicas veía con envidia a Dalma al tener tres guapos chicos dándole un obsequio tan romántico.

—Gracias chicos, me había olvidado que hoy es mi cumpleaños.

—Como siempre nuestra princesa, la más olvidadiza. —le desordenan el cabello como cuando era más pequeña.

—Ya, déjenme de tratar como niña, ahora será mejor que se vayan, que su presencia están alborotando a mis compañeras.

—Está bien, te buscamos a la salida e iremos a comer tu comida favorita.

Apenas salieron por las inmensas puertas, un grupo de chicas se acercaron a ella para sacarle información.

Por otro lado, Daemon aún seguía viendo como ella después de aquella sorpresa quedo feliz con una gran sonrisa adornando su rostro, se encontraba feliz por ella y al mismo tiempo celoso de ver como ellos la hacen feliz, y no era por ser egoísta, pero al saber que ellos no son sus hermanos su instinto posesivo salía a flote.

Dalma se dirigía hacia el ascensor escapando de las chicas que quedaron hechizadas por los hermanos, al entrar al cuadrado metálico se le cayó uno de los ramos, pero gracias a dios alguien las atrapo.

—Gracias —dice ella sonriendo —Señor, buenos días.

—Veo que tuvo una agradable visita, para la próxima que sea fuera de la empresa, incomoda a las personas que aquí trabajan.

—Disculpe señor, y que fue exactamente lo que incomoda, solo son personas que me quieren y me dieron una sorpresa el día de mi cumpleaños, no veo el problema, pero si usted así lo desea la próxima le digo que me sorprendan bien lejos de la empresa, con su permiso.

Tomo sus flores y se fue hacia otro lado dejando confundido al dueño de la empresa.

Besos y no olviden
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Autora: Danna
Univers

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