Capítulo treinta y siete: La fiesta

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-Dalma, lo puedo explicar.

Mora soltó a chico borracho, tan borracho que terminó en el suelo gimiendo por el golpe, las chicas se miraron con un «UPS» en su mente.

Lo levantaron y lo llevaron al sofá y lo dejaron ahí mientras hablaba sin sentido.

Dalma y su amiga, Mora, estaban sentadas en la cocina, tomando un café y hablando en voz baja.

-No puedo creer que él venga aquí en ese estado - dijo Mora, sacudiendo la cabeza.

-Lo sé, es como si no le importara nada - Dalma suspiró y se cubrió la cara con las manos.

-¿Qué está pasando con Nicolás? Ya es la segunda vez que aparece aquí ebrio -se preguntó Mora.

-No lo sé... parte de mí quiere ayudarlo, pero otra parte quiere olvidarlo para siempre -Dalma se encogió de hombros.

-Bueno, debes pensar en ti misma. -Mora le dio un abrazo.

-Quizás sea su familia, tiene un problema serio con su papá o eso me comentó una vez, igual nunca quise meterme mucho en su vida, esperaba que me lo contará por sí mismo, pero siempre que comenzaba rápidamente cambiaba de tema, es como si siempre quisiera aparentar estar bien.

Mientras conversaban, Nicolás permanecía dormido en el sofá, ajeno a la conversación que lo involucraba.

...

Un nuevo día comenzaba y no era cualquier día, sino aquel donde conocería a la familia de su novio, bueno ya los conoce, pero en ese momento todo fue tan caótico.

Las últimas horas de la tarde se la paso probándose vestidos tras vestidos, y eso que no tiene mucho con tantos cambios pareciera que tiene más de cien, ya llegando a la hora se encontraba deslumbrante, su amiga no la dejaba de elogiar, bueno ella también ayudó a arreglarla, pero no importaba toda la emoción que tenía, todavía sentía aquella sensación, pero se obligaba a sonreír hoy sería una buena noche, no quería arruinarla con premoniciones absurdas.

Quince minutos después llegó un chófer por ella, al principio sería Daemon quien vendría por ella, pero hace un momento la llamo diciendo que algo surgió y su madre lo necesitaba.

Por más que le insistió a su amiga que la acompañe, se negó rotundamente, media hora después llegaba a un lujoso hotel que posee en la entrada una escalinata roja y a los costados se encontraban cientos de fotógrafos y periodistas, ver todo eso desde el interior del auto ya era abrumante, al salir y encontrarse con los cientos preguntas se quedó muda, sabía muy bien que cualquier cosa que diga o lo sacan de contexto o hacen todo un show.

Trato de pasar y cuando llego al final ya casi entrando, la multitud enloqueció cuando un auto paro.

-Esto parece todo, menos una fiesta de beneficencia.

Fisgoneo de qué celebridad se trataba, cuando lo vio bajar a Daemon, y después ayudó a bajar a su madre, que con elegancia se acercaba a las escaleras subiendo una a una mientras sonreía y posaba para los periodistas, en cuanto a Daemon estaba tendiendo su mano y alguien más bajaba del coche, esta era muy bella y apenas salió se sujetó a Daemon, los flashes iluminaban a las dos personas, Dalma no soporto seguir viendo que se apresuró a entrar.

Ya adentro vio como todo estaba decorado de una manera sutil en dorado, la música suave, había varios carteles con los nombres de los lugares a que se destinará todo lo recaudado, ya adentro hay mucha gente, pero ni a una sola reconoce, camino unos pasos y se quedó en una esquina.

Estaba viendo a su alrededor cuando alguien la abrazo por detrás, rápidamente se giró para encontrarse con Daemon y una flamante sonrisa.

-Amor, lo siento, te dejé sola, te trataron bien los periodistas, a veces pueden ser muy abrumadores.

-Si un poco, pero solo pase y salude no hable mucho.

-Esa es mi chica, ven tú te sientas con nosotros.

La condujo hacia una mesa principal, donde ella caminaba con temor a caer y hacer el ridículo.

-Familia, aquí les presento a mi novia.

-Buenas noches.

Se encontraba bastante tímida y nerviosa, veía como esa familia la juzgaba con una sonrisa que de lejos se veía falsa.

-Querida, bienvenida. -la señora saludo con cortesía y volvió a ignorarla.

Daemon se movió con agilidad para correr una silla para qué se sentará, cuando su madre lo detuvo.

-Hijo, disculpa, pero no hay un lugar disponible en esta mesa para tu novia.

-¿Cómo así? -entonces vio que todos en la mesa los estaban viendo, así que trato de llevarse a su madre para evitar una confrontación.

-Podemos hablar en privado, espera mi amor ya vuelvo -dejo a su novia mientras iba a una esquina para hablar.

Mientras Daemon se iba con su madre, Dalma buscaba la manera de huir de esa mesa donde todos la veían con gracia, Yamiil sonreía de costado mientras negaba.

-Querida, que bonito tu vestido, pero déjame preguntarte, que color es o simplemente ya esta desgastado.

No pudo evitar ese mal comentario, que se disculpo y se fue al baño.

Mientras eso sucedía Daemon reprochaba las actitudes de su madre.

-Madre, ¿por qué haces esto? Te he dicho que vendría con mi novia, porque la expones a esta situación incómoda.

-Hijo, tú no fuiste claro, cuando hablaste de pareja pensé que hablabas de Yamiil.

-Sabes muy bien que con ella hace mucho ya nos dejamos de hablar, ya no es más mi novia y aunque quieras nunca más volveremos a ser algo, no sé en qué te basaste para pensar así.

Volvió a la mesa para ver que Dalma no se encontraba donde la dejo.

-¿Dónde está mi novia?

-Se fue al baño, se sentía fuera de lugar -dijo con cinismo Yamiil, mientras reía falsamente.

Cuando ella volvió, Daemon la tomó de las caderas, para llevarla a otra mesa, ya sabía que su madre no quedaría quieta, pero fue ingenuo pensar que en un lugar así guardaría las apariencias, pero se equivocó.

-Entonces nos vamos, madre no voy a permitir este tipo de desplante, disfruten de su noche.

El Ceo Que Compró Mi Virginidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora