La Proposición del señor Jeon (Kookv) +18

F... eight

Dedicado a todos.

-¿Tienes carnet de conducir? -me pregunta Jeon cuando llegamos al coche.

-Sí -afirmo-. Me lo saqué hace un par de años.

-Perfecto. Así yo descanso un rato más mientras conduces. Jeon abre la puerta del copiloto y se sienta.

-¿Qué? -digo incrédulo. Frunzo las cejas como si acabara de comerme un limón y abro la boca de par en par. Estoy anonado.

-¿A qué viene esa cara, Tae?

-Que tenga carnet de conducir no significa que sepa conducir -comento-. Excepto el de la autoescuela, no he cogido un coche en mi vida.

-Conducir es como montar en bici, o como coger, no se olvida nunca.

-Vaya... qué comparaciones más ilustrativas -comento a media voz.

-Vamos -insiste.

-Jeon, no voy a conducir tu coche

-afirmo con semblante tozudo.

-¿Por qué no?

-Porque es... inquietante.

-¿Inquietante?

-Sí, inquietante.

-Tae, es simplemente un coche.
-Jeon intenta hacerme entrar en razón.

-No es simplemente un coche. Un coche es un Renault, un Citroën, un Ford, un Peugeot. Esto es una bestia del asfalto -apunto.

-Por favor, Tae, no digas tonterías y sube.

Paseo la mirada por el Jaguar negro aparcado a un escaso metro de mí y empiezo a verlo realmente como un monstruo de proporciones enormes.

Largo, grande, oscuro, temible...

-No estás dispuesto a rendirte, ¿verdad? -le pregunto a Jeon, cuando me doy cuenta de que no tiene ninguna intención de bajarse del asiento.

Jeon simula pensar una respuesta.

-No -dice, negando al mismo tiempo con la cabeza.

-Me lo temía... -murmuro.

Tras vacilar unos segundos, suelto el aire que he estado reteniendo en los pulmones y entro en el coche.

Jeon me mira divertido.

-¿Te hace gracia? -le pregunto algo molesto al ver que se ha salido con la suya.

-No, no me hace gracia -dice, pero está mintiendo, lo veo en el fondo de sus ojos azules. Si tuviera otra forma de ser, si fuera de otra manera, ahora mismo se estaría partiendo el culo.

-Los hombres no dejan el coche a cualquier persona ¿Por qué me dejas el tuyo a mí? -digo, tratando de disuadirle de su idea, que pese a todo, no me deja de parecer descabellada.

-Porque yo no soy como los demás hombres -contesta Jeon mientras regula el asiento y lo ajusta a mi tamaño -. A estas alturas ya deberías saberlo -subraya muy cerca de mí.