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Subo las escaleras con pasos pesados, saco las llaves de mi apartamento y cuando abro, me dejo caer en el sofá como si me hubieran dado una paliza y no pudiera con mi cuerpo. Resoplo.

Cuando tomo de nuevo conciencia de la realidad, meto la mano en el bolso y cojo el móvil. Tengo un montón de kakaos talk de jin preguntándome si ya soy el nuevo dependienta de Clothes Brown, y alguna que otra llamada.

Se preguntará que dónde me he metido. Nunca suelo tardar tanto tiempo en contestarle, ni siquiera cuando estoy en clase.

Enseguida abro la aplicación y le respondo. Si me descuido un poco más, es capaz de llamar a la policía para que comiencen a buscarme por todo Seúl.

—Hola. ¿Vienes mañana a mi casa y desayunamos juntos?

—le pregunto.
Unos segundos después tengo su respuesta en el móvil.

—¿Te han llamado de Clothes Brown? ¿Te han dado el puesto? ¿Eres el nuevo dependiente?

—interroga en batería, con media docena de emoticonos que sonríen de oreja a oreja.

Seguro que se está mordiendo las uñas de la impaciencia, pienso.

—Hablamos mejor mañana, ¿vale?

—escribo.

Su curiosidad va a tener que esperar. En estos momentos, no tengo muchas ganas de andar contándole todo lo que ha sucedido esta tarde. No tengo fuerzas para nada; necesito recuperar la energía.

—¿Va todo bien? ¿Ocurre algo?

—Todo va bien

—le digo para que no se preocupe

—. ¿Vienes mañana? Prepararé chocolate.

—¿Chocolate?

—Sí.

—Estaré allí a las nueve en punto

—contesta jin, sin darme tiempo casi a terminar de escribir.

—Perfecto. Nos vemos mañana

—digo.

—Un beso.

—Un beso.

—Buenos días

—dice Jin  cuando abro la puerta.

—Buenos días —respondo.

—Mmmm… Huele deliciosamente bien

—comenta mientras entra dentro

—. Estoy salivando desde que he salido de casa.

—Se acerca a la mesa, donde ya humean las dos tazas de chocolate que he preparado. Cuelga el bolso bandolera en el respaldo de una de las sillas y deja los libros que trae cargados en el brazo al lado

—. Bueno, entonces qué, ¿eres el nuevo dependiente de Clothes Brown?

—me pregunta entusiasmado.

—No

—niego, al tiempo que muevo la cabeza y aprieto los labios.

—¿No? —repite.

De pronto noto que jin se desinfla como un globo. En su voz hay un deje de incredulidad.

—El señor Brown me llamó ayer por la tarde para decirme que lo sentía, pero que habían cogido a otra persona para el puesto

—le explico.

—¡Cabrones!

—exclama jin con rabia. Se aproxima a mí y me abraza

La Proposición del señor Jeon  (Kookv) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora