La Proposición del señor Jeon (Kookv) +18

Fourty five

sin saber qué hacer o qué decir. Joder, Jungkook stá realmente enfadado. ¿Pero por qué se pone así?

Mi pulso se acelera y mi respiración comienza a ser irregular cuando le siento quitarse detrás de mí la corbata, la chaqueta y la camisa. Lo hace completamente en silencio y eso me altera más de lo que ya estoy.

¿Y si le digo lo que me está pasando? ¿Y si le digo lo que siento? Niego para mí con un gesto imperceptible. No serviría de nada, excepto para complicar las cosas.

Abro la boca para hablar, pero Jungkook no da tiempo, me da la vuelta y me besa con una pasión desmedida, como si no hubiera un mañana. Muerde mis labios con frenesí y con un apetito tan voraz que hace que la cabeza me dé vueltas. Gimo.

—Vamos a limitarnos al contrato —me dice en tono grave contra la boca.

—Espera, Jungkook

Me coge en volandas sin atender a mis palabras, de tal manera que cruzo las piernas alrededor de su cintura.

—Shhh… Ya está todo claro —comenta con voz ronca, desabrochándome habilidosamente la camisa y sacando de inmediato.

Mi pecho queda al descubierto y al contacto con el calor que desprende su piel mis pezones se endurecen. Me estremezco. Jungkook  camina hasta la cama y me deja caer sobre ella. Mi pulso no para de acelerarse mientras lo observo desabrocharse el cinturón y quitarse el pantalón a solo unos metros de mí. Sus ojos, clavados en todo momento en los míos, prometen placeres innombrables.

Se desnuda completamente, dejando visible su miembro, duro y deseable, listo para embestirme, se arrodilla en el colchón y se inclina sobre mí con un sigilo sobrecogedor. Creo que me va a besar cuando acerca su rostro al mío y abro ligeramente la boca. Sin embargo, me da un lametón en los labios, como el felino que a veces creo que parece, como el felino que a veces creo que es.

Introduce la mano en mi boxer y desliza el dedo pulgar en el traicionero glande. Lo desliza lentamente y lo apretaba sigilosamente para después sacar su mano y llevar sus dedos hasta mi boca.

Trato de sofocar un gemido, pero no puedo.

—Pruébate, Tae —susurra—. Prueba tu sabor. Prueba a qué sabe tu deseo…

Noto su dedo en mi lengua y un sabor semi salado se expande por ella, anegando mis papilas gustativas. Mi cuerpo se despierta de una manera casi aterradora, tanto que siento vergüenza. Me estremezco, ansioso, anhelante, presa de una oleada de calor que me arrebata cualquier resquicio de sentido común.

Debería de controlarme, en cambio me muero de ganas de sentir a Jeon dentro de mí, de que me posea, de que me haga suyo.

Me quita el boxer, me abre las piernas y se inclina hacia mí. Lleva sus húmedos dedos hacia mi entrada y me los va introduciendo poco a poco causando que me retuerza. El roce extremadamente excitante de sus dedos me hace estremecer.

¡Dios mío, voy a morir de placer!, grito en silencio. Los recursos de Jeon son inagotables.

Los saca unos centímetros y los vuelve a introducir despacio en mi interior, provocándome una sensación tan excitante como inexplicable. Los extrae y lo mete unas cuantas veces más con sumo cuidado. El cosquilleo que me provoca en las terminaciones nerviosas hace que una oleada de placer me recorra el cuerpo. Después de unos minutos de juego, los saca creando una tortura.

Se echa hacia adelante, toma mi boca y me besa con una pasión desmedida. Su lengua se hunde entre mis labios sin apenas dejar que la mía se mueva. Alargo las manos, las poso en su nunca y lo atraigo hacia mí, pero no me deja acariciarlo. Me coge las muñecas y sujeta mis brazos por encima de la cabeza, inmovilizándome. Se separa unos centímetros de mí con una expresión arrogante en el rostro mientras en sus ojos aparece un brillo ladino.