Twenty

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—¿joven kim?

—pregunta la voz que se oye al otro lado del interfono.

—Sí, soy yo.

—Somos de la empresa de mudanza. Nos ha enviado el señor Jeon.

—Sí, suban, por favor.

—Gracias.

Consulto el reloj de cocina que tengo casualmente en las manos. Son las seis en punto.

No se puede negar que Jeon Jungkook  es extremadamente puntual: dijo que los de la mudanza estarían aquí a las seis y así ha sido. Meto el reloj en la última caja que está abierta y la cierro lanzando un suspiro al aire.

—Ya está

—me digo, paseando la mirada en derredor y empapándome del aire nostálgico y algo decadente que desprende el modesto apartamento sin mis cosas. No sé por qué, pero me entristece verlo desnudo, solo con los viejos muebles.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos y me devuelve a la realidad. Me giro y voy hacia la puerta sorteando las cajas y los bultos apilados que hay repartidos por el salón.

—Pasen

—indico a los tres hombres que esperan en el rellano.

—¿Son estas cajas?

—pregunta el que parece el cabecilla del grupo.

—Sí —respondo

—. No hay ninguna más. Esto es todo.

—Bien —asiente el hombre

—. Chicos, empezad por las más grandes

—ordena a los otros dos. Se vuelve de nuevo a mí y me dice

—: El señor Jeon vendrá a recogerlo a las seis y media.

—Gracias

—digo.

Mientras los de la mudanza trastean con las cajas y las bajan a la furgoneta que tienen aparcada en la calle, al lado del portal, yo doy un repaso al apartamento para asegurarme de que no se me olvida nada.

Entro en la habitación y me quedo mirando un rato la cama de noventa centímetros en la que he dormido los dos últimos años. Sé que se está cerrando una etapa de mi vida y que otra va a dar comienzo.

Un ciclo nuevo y desconocido que en el fondo me da miedo, casi tanto como Jeon Jungkook. Solo espero que este sacrificio valga para algo…

—¿Estás bien?

—La voz grave y sexy de jungkook  rompe el silencio y me sorprende a la espalda. Giro la cabeza y lo veo de pie en mitad del salón. Estaba tan sumido en mis pensamientos que no lo he sentido llegar

—. No quería asustarte

—dice seguidamente en un tono suave, al ver que me he sobresaltado y que he dado un pequeño respingo.

—No importa

—digo.

—¿Estás bien? —insiste.

—Sí

—contesto, apretando los labios.

—¿Nos vamos, entonces?

Paseo lentamente la mirada en derredor y veo que ya no hay ninguna caja en el apartamento.

—Sí

—afirmo

—. Creo que está todo

La Proposición del señor Jeon  (Kookv) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora