La Proposición del señor Jeon (Kookv) +18

Forty Three

A medida que se acerca la fecha de la fiesta de la embajada Coreana, mis nervios crecen de una manera exponencial. Jungkook no se inmuta, supongo que para él no deja de ser algo normal, pero yo estoy hecho un flan.

Para evitar conflictos, ha contratado a una peluquera y a una maquilladora para que vengan a casa, y la verdad es que lo agradezco, así no tengo que estar dando patadas por Seúl.

—Por Dios, estás precioso —me dice Jenny, la maquilladora, cuando termina de ayudarme a vestirme. Lisa, la peluquera, asiente en silencio con la cabeza.

—Pareces un príncipe ... —apunta—. ¿Qué digo un príncipe? Un rey.

Sonrío abiertamente.

—¿No creen que estáis exagerando un poco, chicas?

—¿Te has visto bien? —pregunta Jenny, apartándose a un lado y dejándome vía libre en el espejo.

Alzo la vista y me contemplo unos segundos. La verdad es que tengo que reconocer que el resultado final es espectacular, de alfombra roja de Hollywood.

—Es el smoking —afirmo—. Es tan bonito y elegante que está diciendo: «¡Hey, mírame!¡Mírame, mírame, mírame!».

Nos echamos a reír.

Lisa me coloca un mechón de pelo y vaporiza un poco de laca sobre él para fijarlo. Me ha dejado la melena suelta, como presumo que prefiere Jeon, y me ha recogido lo de un lado para dar al peinado un toque glamuroso y lleno de sofisticación.

—Tienes un color de pelo muy bonito y muy raro —comenta mientras me retoca aquí y allá.

—Es como el  bronce —interviene Jenny— 

—¿Y eso es bueno o es malo? —pregunto.

—¿Cómo va a ser malo, Tae? —dice Lisa con una nota de admiración en la voz —. Es buenísimo. Eres «el chico de bronce». ¿Te gustaría ser alguna vez mi modelo? —Frunzo el ceño. ¿Modelo? ¿Yo?—. Seguro que el extraño color de tu pelo se vuelve tendencia en solo unas semanas. ¿Te imaginas? Podríamos hacernos ricos.

—Sí es para hacerte rica, dalo por hecho —bromeo—. Me tienes a mí y a mi pelo a tu completa disposición.

Volvemos a reír. 

Las risas y la distensión de la conversación me relajan en cierta manera y consiguen aplacarme los nervios, por lo menos hasta que llega la hora de presentarme ante Jeon.

—Tu novio se va a quedar sin aliento cuando te vea —dice Jenny unos minutos antes de salir.

Sin aliento..., pienso, sonriendo amargamente para mí. Dejar a Jeon sin aliento es imposible. Antes las ranas crían pelo. Además, no es mi novio. Si estas chicas supieran cuál es realmente nuestra relación y que está basada en las cláusulas de un contrato alucinarían en colores.

—¿Usted cree? —pregunto con todo el escepticismo del mundo.

—Estoy segurísima.

Jenny me guiña un ojo, cómplice. 

—Gracias —le agradezco, curvando las comisuras en una nueva sonrisa.

—Por cierto, no te molestes por lo que te voy a decir, pero tu novio es igual que Akiyama Hiroto—dice Jenny.

—Tranquila, no eres la única que lo piensa —alego.