Capítulo 27.

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Spencer Reid.

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Mi pierna se mueve de arriba abajo rápidamente, es una acción involuntaria debido a la ansiedad que siento en este momento mientras analizo las fotografías que encontraron en la casa de Lana.

Han pasado exactamente doce horas con quince minutos y cuarenta segundos desde la última vez que hablé con Jane, y no es posible que aún no sepamos nada de ella.

De qué me sirve ser un agente del FBI si se llevaron a mi novia frente a mis narices?

Hay una donde Jane está saliendo de su edificio, solo se alcanza a ver su perfil, y por el ángulo y la ventana que se alcanza a ver intuyo qué la tomaron desde adentro de un auto. Hay algo raro ahí. Tomo mis lentes de la mesa y me los pongo. En una esquina de la fotografía se alcanza a ver lo que parece ser una mano... 

—El médico forense me llamó.—Morgan se adentra en la habitación. Tiene la misma expresión de preocupación que yo.—Encontraron unas marcas en el cuello de la última víctima.

Bajo la mirada a la carpeta que trae en la mano.

—No tengo cabeza para nada qué no sea algo relacionado con la desaparición de mi novia.

—Mira, hijo.—Se sienta frente a mí y deja la carpeta sobre la mesa.—Hotch y Gideon me pidieron que no te dijera nada, pero no puedo hacerlo al verte así. Todos estamos afectados, y preocupados por tu niña bonita, y entiendo como te sientes ahora. Quiero que veas esto.

Dejo la fotografía a un lado y tomo la carpeta que desliza hasta mí. Hay una foto, del cuello de la víctima número tres. Tiene unas marcas rojas alrededor, como si la hubieran estrangulado con una cadena muy fina.

—El forense dijo que esas marcas las pudo haber provocado alguna cadena, muy fina...

—Un collar.—Digo, con el entrecejo fruncido.—Son muy finas esas marcas como para que sea una cadena, o una cuerda. Además, el patrón de las marcas...

Relamo mis labios y, con la mirada fija en Morgan, trato de recordar donde he visto ese patrón antes. Estoy seguro de que se lo vi a alguien. Mientras más pienso y menos puedo recordar, más me odio por tener memoria eidética. Solo puedo recordar cosas inútiles e inservibles, como me siento ahora.

—Reid. Calmate.

La voz de Morgan se escucha lejana. Es como si fuera solo el eco en un túnel.

—Mira como estas... Vamos, Reid.—Me sacude por los hombros y entonces regreso a la realidad. Parpadeo un par de veces, tengo la fotografía hecha trizas en las manos.

¿En qué momento hice esto?

—Perdón.—Murmuro y trato de reparar el daño.—N-no... No me di cuenta, no sé qué me pasó.

Fallen leavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora