Capítulo 30.

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El primer día que desperté, fue como encontrarme en un lugar desconocido; después de pasar tanto tiempo encerrada en mi propio cuerpo, ver a Diana al lado de mí, fue algo completamente extraño. Por un momento creí que era mi hora de partir, y tuve miedo. Mucho miedo. Traté de gritar y ponerme de pie, pero no pude, no podía moverme ni decir nada. Y, luego, cuando entró el doctor, supe que mi lucha había terminado.

Me costó un poco recuperar el habla, al principio sufrí de un dolor insoportable de garganta, pero Spence me explicó que pasé tanto tiempo con el respirador, que la tenía un poco irritada. Me ayudó mucho tenerlo a mi lado todo el tiempo. Me leía, lo cual ayudó a mi cerebro a relacionar las palabras, y que tuvieran sentido para mí. Lo que cualquier persona normal hace en su día a día, como hablar, moverse o pensar, para mí era algo desconocido. Fue como aprender un nuevo idioma y, lo que más odio de todo el proceso es tener que volver a aprender a caminar.

Aún hay cosas que no recuerdo. Como por qué estuve en coma tanto tiempo. Eso fue lo que más temí cuando desperté; haberme perdido tanto tiempo de mi vida. ¿Seis meses? Para mi fue como estar un día dormida. No tenía noción de tiempo.

Pero, regresando a lo anterior, me interesa saber qué fue lo que me llevó a todo esto. Sé que Spencer lo sabe, y trata de ocultarlo, pero necesito saberlo para rellenar esos huecos en mi memoria. Porque siento que perdí algo muy importante.

—Estás distraída. ¿Qué sucede?

Su voz me saca de mis pensamientos. Está sentado a mi izquierda en un sofá de una plaza, con un libro en las manos. Luce más delgado, y hay algo extraño en él. No se ve bien. Soy yo la que estuvo seis meses postrada en una cama, pero él luce peor que yo.

—Solo...—Frunzo el ceño, buscando las palabras correctas.—E-es... Quiero saber, Spence.

Relame sus labios, cierra el libro y asiente con la cabeza.

—El doctor dijo que no puedes esforzarte demasiado. Tienes que dejar que tu mente recuerde, no la fuerces.

—Lo sé, pero...—Resoplo, con la mirada en el techo blanco.—¿Po...podrías... contarme...

—¿Qué pasó en estos seis meses?

Asiento, exhausta. Me cansa hablar mucho.

—Bueno, Gideon y Sahara se fueron de la ciudad.

Woo. ¿Gideon se fue? ¿Es por eso que no ha venido a verme? Es el único del equipo que no vino...

—Elle, ella renunció a la unidad... Han enviado a dos miembros nuevos al equipo: Emily Prentiss y David Rossi. ¿Has escuchado de él—Niego.—Es un escritor muy famoso, he leído casi todos sus libros... Trabajó hace tiempo con Gideon, fueron uno de los primeros miembros de la U.A.C; cuando llevaba por nombre unidad de ciencias del comportamiento. Con Emily Prentiss no he hablado mucho.—Mumura cabizbajo.—No empezamos en buenos términos, pero no importa, después me disculparé con ella...

Fallen leavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora