Capítulo 33.

527 73 2
                                    


Jane.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Spencer mira el frasco vacío de Dilaudid sobre la mesita de café, de pie en medio de la sala con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón oscuro. Tiene los labios en una línea recta y se le hace imposible mirarme a los ojos.

Es irónico, ¿no?

Ayer en la noche me hizo el amor y me dijo que me ama mirándome a los ojos, ¿y ahora no puede ser sincero conmigo?

Entiendo que debe ser difícil para él. Pero me duele que no me haya tenido la confianza suficiente para decirme la verdad. Le pregunté un montón de veces que sucedía con él, y siempre me dijo que todo estaba bien.

—Por favor dime que no es lo que estoy pensando, Spence.—Le suplico en voz baja, con los ojos cerrados. Tengo la esperanza de que al abrirlos el frasco desaparezca y todo esté bien con él.—Solo....Por favor...

—Jane.—Siento sus manos entre las mías y abro los ojos. Se ha puesto de rodillas frente a mí.—Perdóname. T-te... Te prometo que lo voy a dejar, pero no te vayas. No me dejes.

¿Qué?

—¿Eso crees?—Le pregunto, herida.—¿Crees que quiero dejarte?

—Te lastimé mucho. Y, no mereces otro desastre como yo.

—No...—Sacudo la cabeza.—No, Spencer. No te confundas.

Me zafo de su agarre y me pongo de pie bajo su atenta mirada.

—No quiero dejarte por la adicción que tienes.—Se pone de pie y frunce el ceño. Lo apunto con un dedo.—¡Y jamás lo haría! Porque te amo, Spence. Y prometimos ayudarnos el uno al otro. ¡No ocultarnos las cosas y minimizar nuestros problemas solo para que el otro esté feliz, como lo hiciste tú al ocultarme tu adicción!

—T-te... Te lo iba a decir, te lo juro...—Intenta tomarme de nuevo de las manos, pero me alejo.—Por favor, Jane...

—Pero no lo hiciste.—Termino por él con la voz rota.—¿Desde cuándo, Spencer?

Se relame los labios y agacha la cabeza.

—Tres meses después de que entraste en coma. Necesitaba algo para no sentir y concentrarme en encontrar la manera de sacarte del coma.

Entreabro los labios, sin saber qué decir. Estuvo haciéndolo casi un año, y yo no me di cuenta hasta ahora. Preferí convencerme de que entre él y yo todo estaba bien, y que volveríamos a ser los mismos que éramos antes del secuestro, que nada nos cambiaría. Pero es claro que sí.

Todos en esta vida tiene consecuencias.

Después de la tormenta viene la calma, y es verdad, pero las cosas no vuelven a ser lo que eran antes. Después de las tormentas, lo único que queda es un lugar destruido lleno de calma. Un caos qué tienes que limpiar en medio de una calma y un silencio desolador.

Fallen leavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora