capítulo 21

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Rosa pastel

Frida

Siento mis párpados de piedra,estoy en una habitación,es linda,es... juvenil.

No logro recordar que sucedió conmigo después de que entre en el baño y caí en un sueño profundo del cuál logré salir hace tan solo dos minutos. Hay portadas de películas en las paredes, discos,un escritorio,la cama es ancha y cómoda,y las cobijas negras,la persona que vive aquí tiene buenos gustos y sin duda similares a los míos.

Es raro a pesar de estar secuestrada y saberlo,no tengo miedo,por más que lo busco,el lugar solo me transmite paz. Escucho ruidos y pasos,cierro los ojos fingiendo que duermo y como lo esperaba la puerta caoba se abre,no abro mis ojos,si dormida no me hicieron nada,puedo permanecer así para idear la manera de salir.

A mí izquierda,la cama se hunde,un perfume suave,casi como una caricia,me roza la nariz.

—¿Cuándo dejaré de amarte?—hablan a mi lado y mi sangre se congela,mi venas crujen y mi corazón galopa, desesperado,emocionado, aturdido...

«Esa voz»

La misma voz,por la que años atrás, lloré, reí,me enojé,conocí lo más cercano al amor, gracias a esa voz,experimente lo que son la sensaciones,las emociones,de la vida. Con esa voz,duermo las noches, respiro las mañanas,con esa voz,sueño la vida, gracias a esa voz,hoy todavía soy feliz.

—¿Sam?—mis ojos se abren y ahí está,con la sudadera negra que siempre lo acompaña pero a pesar de eso que siempre le
queda y lo hace ver muy bien.

—No logro estar un segundo más sin ti y sin decir lo que debo decir,te extraño amor,es patético y el nombre más patético aún,pero porque no puedo hacerlo,porque me las doy de frívolo,si contigo nunca lo hice, Frida,pasaron tres años,años en los que maduramos, mírate—me recorre con la mirada,y evito el hecho de que me escuecen los ojos por el apodo—eres poderosa,no queda nada de la niña,que amé tres años atrás,y yo también cambié,pero lo que no cambió es lo que sentíamos el uno por el otro,tantas primeras veces,nuestros cuerpos,eran expertos,al igual que nuestras bocas,pero nuestras armas ,eran tan vírgenes como nosotros en fin,nuestras historia quizás para muchos no fue las más significativa,tampoco la más larga,pero fue maravillosa,y no debe perderse por terceros,no debe perderse por confusiones,porque te amo Frida y eso ni los milenios,ni nada ni nadie,podrá cambiarlo,y sé que me amas también.

—Sam...

—Dejame terminar,nos enamoramos a traves de cosas que odiabamos,una psicópata y un traficante de órganos,se enamoraron a través de atardeceres,del bosque,de pláticas sinceradas,dónde había que exponerse ,y nos enamoramos y aunque suene cliché nacimos el uno para el otro,lo nuestro,fue verdadera pasión, Frida,pura adrenalina.

Harta de esconderme, así estoy,puedo percibir los latidos del corazón y la necesidad absurda de sonreír,y lo hago,como dije,cansada estoy de huir de lo que siento,de huir de mi sueño de tener con Sam la más linda de las relaciones,la más oscura, psicótica, diabólicamente preciosa.

Lo miro y me fundo en el mar negro que emana, besé a muchos chicos,a muchos hombre a lo largo de mi adolescencia,ví a muchos lindos,y a los que me querían por ser la perfecta,y ahí está el que desde un inicio me quiso defectuosa,el que me amó,desde un comienzo,desde que vio por primera vez que yo no era una santa,y solo quitó esas capas que me rodeaban,y...Amo a Sam,amo lo que somos juntos,nuestra relación,amo la manera en que me mira, como si fuera un ser mitológico,algo mágico de otro mundo.

—Te sigo amando con la misma pasión de años atrás,Sam,sigo adorando que me hables,que me hagas enojar,que me vuelvas loca,porque por más que intento ocultar lo que siento,tu has estado acompañándome ,por lo menos desde que recuperé la memoria gracias a tí.

Amnesia: La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora