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CAPITULO SIETE
" t a b l e r o"

      El vasto salón de Harrenhal se alzaba sombrío bajo el techo alto y ennegrecido por el paso de los años

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      El vasto salón de Harrenhal se alzaba sombrío bajo el techo alto y ennegrecido por el paso de los años. Los muros de piedra, fríos y crueles eran testigos silenciosos de innumerables intrigas y traiciones. Ahora en medio de aquel lugar que parecía más una tumba que un castillo, se reunía el equipo negro.

En el centro del salón, una mesa cuadrada de roble oscuro se erigía como un altar, alrededor de la cual los miembros del equipo negro se sentaban en silencio. Cada uno de ellos tenía su mirada fija en los otros, evaluando, calculando, sus rostros pétreos reflejando la tensión que impregnaba el aire.

El ahora señor de Torremar se encontraba en uno de los asientos, con la mirada perdida en sus propios pensamientos. Sus dedos tamborileaban lentamente sobre la mesa, un ritmo pausado que contrastaba con la atmósfera cargada de expectación. Su expresión era distante, como si su mente estuviera en otro lugar, tal vez en el pasado o en algún futuro incierto. Las sombras danzaban alrededor de la habitación, proyectadas por las antorchas que apenas lograban romper la oscuridad. El crepitar del fuego era el único sonido que osaba interrumpir el silencio sepulcral. Los ojos de los presentes, afilados como cuchillas, se cruzaban en breves pero intensos intercambios, cargados de desconfianza y frialdad.

Cada gesto, cada movimiento, era calculado y meticuloso. Nadie se atrevía a romper el silencio, pues las palabras, en aquel ambiente, eran tan peligrosas como cualquier espada. La tensión era palpable, una cuerda invisible que se tensaba más con cada segundo que pasaba. La estancia, impregnada de una sensación de claustrofobia, parecía encogerse alrededor de ellos. Las paredes, testigos mudos de incontables conspiraciones, parecían susurrar secretos olvidados. En aquel escenario de piedra y sombras, el equipo negro aguardaba, cada uno atrapado en sus propios pensamientos, mientras la incertidumbre se cernía sobre ellos como un presagio oscuro. La tensión se rompió abruptamente cuando Daemon Targaryen se levantó de su asiento. Su presencia, siempre imponente, parecía llenar aún más el oscuro salón de Harrenhal. Con voz firme, comenzó a hablar sobre la batalla reciente.

—Hemos tenido pérdidas razonables, pido a los dioses que protejan el alma de Lord Aleron, era un hombre honorable. —dijo, sus ojos violetas recorriendo a cada uno de los presentes—Pero Debemos avanzar y enfrentarnos a Criston Cole antes de que reúna más fuerzas, no podemos darle tiempo para fortificarse.

Los miembros del consejo intercambiaron miradas rápidas y cargadas de juicio. La insistencia de Daemon en enfrentarse a Cole no era bien recibida por todos, especialmente por aquellos que habían visto de cerca las consecuencias de su última batalla. Aleric, aún con la mirada perdida en sus pensamientos, levantó la cabeza lentamente. El dolor de su reciente pérdida se reflejaba en sus ojos, pero también una chispa de rabia contenida. Se incorporó, apoyando las manos en la mesa, y habló con voz grave y temblorosa por la emoción.

N O R T H  W I N S_____ Benjicot B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora