Ligeros murmullos se escucharon entre los subordinados que estaban allí presentes, hasta que de pronto y sin previo aviso, algunos de ellos estallaron en risa. No era de extrañar, después de todo, Kurogami era un apodo que muy pocos habían escuchado incluso entre la nobleza. El trabajo de los erradicadores era mantenerse ocultos, e incluso así, los pocos que conocían ese nombre no podían creer que su identidad fuera la de un pequeño mendigo.
— ¿Qué es un Kurogami? —se escuchó decir a uno de los guardias que no entendía las risas.
—Era el nombre de un erradicador imperial —respondió otro.
— ¿Un erradicador? ¿Ellos existen? Creí que eran una leyenda.
Escuchar todo eso provocó que Kuroka se ruborizara, y no pudo evitar bajar la mirada con un fuerte sentimiento de pena y vergüenza. Renku, por su parte, mantuvo la mirada fija en su antigua espada, intentando descifrar cómo es que aquella pieza había dado a parar en las manos de Kuroka.
—Mocoso —llamó la voz de Tera voz frente a Renku, distrayendo su atención—. ¿No crees que has sido demasiado irrespetuoso con los miembros de nuestra casa?
— ¿Irrespetuoso?
—Primero te cuelas en nuestro patio. Insultas a nuestro líder. Levantas la voz y, para colmo, atacas al heredero —Tera apuntó su espada hacia Renku—. Aquellos son motivos suficientes para considerarte un traidor, y como próximo líder de la casa Shizaku, tengo la responsabilidad de ejercer tu sentencia ahora mismo.
—¿Eso cree, lord Tera? —suspiró Renku.
En lugar de moverse, como Renku pensó que Tera haría, el noble extendió su palma derecha y la estampó contra el suelo. Al instante, el césped alrededor de la mano de Tera tornó un color celestino, hasta volverse casi completamente blanco. Un camino del mismo color se abrió paso hacia Renku, quien logró reaccionar lo suficientemente rápido como para hacerse a un lado.
¿Más magia de hielo?, pensó Renku. Debe ser la especialidad de esta familia.
Es rápido, pensó Tera. Sin embargo, no pensaba dejar que Renku lo tomara por sorpresa otra vez, planeaba continuar atacando de la misma forma hasta cansarlo y, eventualmente, atinarle el golpe de gracia. Los gritos de apoyo provenientes de los guardias de la familia hacia Tera le eran indiferentes; en su cabeza sólo estaba el hecho de que un intruso había insultado el honor de su familia.
Estaba por realizar otro ataque, pero se precipitó mucho en un movimiento demasiado predecible. Renku leyó su trayecto y, sin dar tiempo suficiente para una reacción, se adelantó a toda velocidad. Pasó a un lado de Tera sin siquiera dirigirle la mirada. Ante el expectante semblante de todos, se detuvo unos cuantos metros a su lado, quedando frente a frente con Kuroka.
El joven le miró desde la altura, con unos ojos fríos que Kuroka no reconocía. Tanta intensidad en esa expresión le forzaron mantenerse en su lugar, de manera que se sus miradas se cruzaron en una silenciosa tensión.
—Kuroka —murmuró Renku, extendiendo su mano—. Devuélveme mi espada.
Antes de que pudiera responder, Renku le arrebató la hoja de las manos. Kuroka quiso decir algo en protesta, pero no se atrevió. Algo en su instinto, muy en el fondo, le señaló que debía mantenerse en silencio. No podía entenderlo, pero podía sentir el peligro latente alrededor de aquel mendigo.
En el instante que tuvo la pequeña arma en sus manos, un fuerte sentimiento que no había sentido en mucho tiempo se apoderó de Renku. Cientos de memorias inundaron su mente a la vez que apretaba la espada con fuerza y cerraba los ojos.
Dolor. Pena. Vacío. Y por sobre todas las cosas; una pura y absoluta oscuridad.
Ya que el muchacho estaba tan centrado en sus pensamientos, no logró reaccionar cuando Tera lo sujetó por la espalda y, con brusquedad, lo arrojó lejos de Kuroka, quedando nuevamente en el centro del patio. Renku rodó un par de veces hasta quedar de espalda contra el suelo, y cuando intentó levantarse fue detenido por la hoja de Tera apuntando directamente a su rostro.
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Kurogami Vol# 1
FantasyCuando los dos grandes países del continente oriental se unieran bajo una sola bandera nació el imperio de Sacrath: un país rico en variedad de culturas, razas y sociedades que lograron coexistir. En este mundo seguimos a Renku, un joven mendigo que...