La primavera se había acentuado, sin embargo, la capital era tan fría como siempre.
Ubicada en una de las regiones norteñas del enorme país de Sacrath, Grahm, su capital, era una enorme ciudad donde predominaban los días grises y relativamente templados. Pocas veces el sol se abría paso entre las nubes, e incluso si lo hacía nunca se podría decir que la capital vio un día verdaderamente caluroso.
Pese a ello, la ciudad rebosaba de vida y actividad diaria, tal y como se esperaría de una población tan densa. Grahm era de las pocas regiones en el imperio donde todavía predominaba la cultura occidental, y eso se podía notar tanto en la arquitectura de sus edificios, escuelas, familias nobles y el propio palacio real.
Grahm era el epicentro del poderío militar, así como el lugar donde se erguía la gran Academia Militar; famosa por ser la cuna de los más grandes caballeros y magos del reino.
A lo largo y ancho de las calles de Grahm se diferenciaban varios barrios de distintas posiciones sociales y donde predominaban diferentes culturas, pues pese a todo, existía un gran número de personas extranjeras que buscaban mejorar sus vidas en la capital luego de que sus países natales terminaran por formar parte de Sacrath.
Allí, en uno de los aglomerados bazares del barrio sureño, un gran cuervo de elegante envergadura sobrevolaba de un lado a otro, observando detenidamente la actividad de todos los rincones del lugar. Mucha gente consideraba que los cuervos eran aves de mal augurio, pero pocos sabían que precisamente ese simbolizaba la presencia de uno de los peores augurios de todos.
Al mismo tiempo, Kouga llegó a ese bazar.
Luego de lo ocurrido en la villa, hizo un viaje que demoró una semana hasta la capital para dar su reporte final. Ahora, luego de haber descansado, se encontraba en el bazar, y tras varios minutos de búsqueda pudo identificar al cuervo. No era difícil de reconocer, pues llevaba un sutil collar con una gema azul en el cuello. Cuando vio al ave sobrevolando un perímetro determinado supo que estaba cerca, y tras analizar rápidamente el área no tuvo dudas de a dónde tenía que ir.
Su instinto guió sus pasos hasta una pequeña y humilde taberna. Con una sonrisa tensa en su rostro se dispuso a entrar, apresurándose lo que más pudo en divisar a su objetivo. Al abrir la puerta se encontró con un panorama que ya le era familiar; no habían muchas personas, y las que estaban eran en su mayoría hombres adultos desmayados o a punto de hacerlo. Apestaba a vino y cerveza, combinado con aromas nauseabundos de cuyo origen Kouga prefirió no indagar.
Avanzó unos pasos, evitando como podía a los ebrios que estaban en su camino. Dio un vistazo a la barra, al tabernero y a las mesas hasta que, en una esquina al fondo de la taberna, pudo divisarlo.
No llegaba mucha luz y era imposible verle bien el rostro, pero el aura oscura que lo rodeaba lo volvía inconfundible para Kouga. Al fijarse mejor, tampoco fue difícil de reconocer; parecía ser el punto más oscuro en ese lugar, y de alguna forma incluso los borrachos se mantenían alejados. Como si su mera presencia repeliera a los demás, ese hombre estaba aislado. Solamente Kouga tuvo el valor para aproximarse.
Debía admitir que esa imagen resultaba imponente, pero no tenía nada que temer. Después de todo, se trataba de un viejo amigo.
El lugar no era muy amplio, por lo que no se tardó mucho en llegar a su lado. Estando ya más cerca pudo verlo mejor; estaba sentado con la espalda recargada en el respaldo, con una pierna apoyada en la silla y el brazo derecho reposando sobre su rodilla. Su mano, cubierta por un largo guante de cuero negro, sujetaba una botella de vino a medio terminar. Otras varias botellas ya vacías y jarras de cerveza estaban desparramadas sobre la mesa. Tenía la cabeza baja, casi apuntando al suelo. Ese rincón oscuro ocultaba gran parte de sus facciones, y aunque tenía su largo cabello azul amarrado con una coleta, varios y largos mechones caían sobre su rostro, ocultándolo a simple vista. Su amplia espalda y hombros anchos resultaban bastante impresionantes, lo que en combinación con su semblante hacía entender a todos los demás que meterse con él podía ser una mala idea.
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Kurogami. Vol# 1
Viễn tưởngCuando los dos grandes países del continente oriental se unieran bajo una sola bandera nació el imperio de Sacrath: un país rico en variedad de culturas, razas y sociedades que lograron coexistir. En este mundo seguimos a Renku, un joven vagabundo q...