9. Despedida

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A la mañana siguiente de aquel evento en la casa principal de la familia Shizaku, los rumores comenzaron a circular. Fue inevitable, pues el conflicto alcanzó una escala en que se podía escuchar desde el exterior. Aunque no se dio información respecto a lo sucedido, se comentaba que un nuevo atentado contra Shizaku Tera casi había cobrado su vida. Por supuesto que el joven heredero estaba vivo y no se trataba de ningún atentado, pero considerando la situación actual de la ciudad, el pueblo no podía pensar en otra cosa.

Ya al medio día, y de pie delante de las puertas de una pequeña posada en el este de Hoytt, Renku aspiraba tranquilamente el aire mañanero, realizando movimientos circulares con su hombro para comprobar que todo estaba en orden. Aunque la noche anterior una espada le había atravesado limpiamente la carne, ahora, y para sorpresa del hombre lo atendió, su herida parecía haberse cerrado por completo. El general Zen lo llevó a ese establecimiento durante la noche y se encargó de los gastos. El personal del lugar actuó con urgencia; todos recordaban el estado en el que había ingresado, y por eso les resultaba increíble ver que aquel muchacho estaba de pie y moviéndose con tanta facilidad.

— ¿Está seguro de que todo está bien? —le preguntó el dueño de la posada, quien estaba acompañado por otras dos empleadas—. Apenas ha pasado una noche y esa era una herida que tardaría meses en sanar.

—Descuide, buen señor —respondió Renku, con una gran sonrisa—. Tengo un cuerpo muy resistente, así que una herida como esta no es nada. Ya estoy perfectamente, ¿lo ve? —rio el muchacho, mientras sacudía su brazo de lado a lado. Las empleadas rieron levemente, pero el dueño no parecía convencido—. Además... no quiero abusar más de la amabilidad del general.

Era impresionante que un chico de su edad lograra recuperarse y cicatrizar en tan solo unas horas. Aunque parecía un milagro, el hombre no podía creer que todo estaba bien. Eso simplemente escapaba de cualquier tipo de lógica.

—Si tanto le preocupa, puedo ofrecerle un bono extra por su buen servicio —dijo Renku, mientras que hurgaba en sus bolsillos

—Quieres decir "soborno", ¿verdad?

— ¡Ay, cómo cree! —exclamó Renku, mostrando lo que había encontrado.

Por un instante el médico se esperó un pago extra, pero al instante cambió su semblante a una mirada de decepción cuando vio ese bono del que Renku hablaba. El muchacho simplemente tenía una piedra cristalina que encontró en el bosque. Era hermosa, pero realmente no tenía ningún valor.

—Ah...

El médico soltó una risa de forma inconsciente, después de todo, aquel era un chiquillo de las calles, ¿qué más podía esperar de él?

Al final fue necesario un segundo chequeo para comprobar el estado de su hombro. Así, luego de una larga hora, Renku fue libre de irse.

Ya alejado de la posada, cerca de los muros que daban al exterior de la ciudad, un hombre adulto esperaba al muchacho junto a una elegante carroza jalada por dos caballos. Con una sonrisa rebosante de confianza, el general alzó la mano para saludar a Renku, quien lo divisó fácilmente entre toda esa gente.

— ¡General! —saludó Renku, estando frente a su amigo—. Recibí su mensaje del dueño de la posada, ¿me esperó mucho tiempo?

—No te preocupes por eso, aún estoy esperando a alguien más —respondió Zen—. Esta carroza está financiada por mi familia. Si le dices al conductor a dónde quieres ir, él te llevará sin problemas.

Esa oferta es demasiado buena, pensó Renku mientras se rascaba la nuca con timidez.

—No sé qué decir... primero me salva de los Shizaku, luego cubre mis gastos médicos y ahora... ¿esto? —dijo el chico—. No creo ser capaz de aceptar tanta amabilidad.

Kurogami Vol# 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora