𝓕𝓲𝓷𝓪𝓵 𝓡𝓸𝓲𝓮𝓻

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𝓕𝓲𝓷𝓪𝓵 𝓡𝓸𝓲𝓮𝓻

Estaba lloviendo cuando salí de casa, tome las llaves de mi auto a toda velocidad, como si evitara que la adrenalina de confesar mi amor se desvaneciera.

-________ ¿A donde vas?- preguntó Nick.

-Ya vuelvo- grité de regreso y la puerta se cerró con un ruido fuerte.

Mientras bajaba el ascensor (que parecia que una tortuga embarazada iba más rápido), caminaba de lado a lado, considerando los posibles finales de mi declaración de amor. Porque pensandolo bien, todo podía ir bien o mal, sin punto medio.

Me subí a mi auto y me estacioné en el lugar mas lejano de su casa, para poder correr con la lluvia y agarrar coraje.

La lluvia caía a cántaros, mi sonrisa no se borraba de mi rostro y a pesar de estar alegre, tambien estaba demasiado nerviosa. ¿Que pasaría si dice que no? Que no quiere todo mi drama y que soy mejor fuera de su vida.

Toqué el timbre una, dos, tres veces. Pregunté a sus vecinos si tenían copia de las llaves de la casa de Roier bajo la excusa de que era su novia, hasta que el de seguridad se apiadó de mi desesperación y me ayudó a abrir la puerta.

Examiné la casa con un ligero afán pero mi mundo se detuvo cuando ví a Roier inconsciente en el suelo de su cocina. Me acerqué y me arrodillé cerca suyo, intentaba escuchar si respiraba como hacen en las películas y efectivamente estaba respirando.

-¡Llamen a una ambulancia!- grité a los vecinos chismosos y al de seguridad que reaccionó mas rápido.

A los 5 minutos llegó la ambulancia y Roier seguía sin despertar, rápidamente subí a mi auto siguiendo a la ambulancia. Una vez en el hospital, ví como sacaban a Roier en camilla y yo con mi paso más rápido seguía a los doctores.

-¿Usted quién es?- preguntó uno de los doctores.

-Soy su novia, fui a visitarlo y estaba inconsciente- dije en caso de que cualquier información fuese importante.

Lo llevaron a una habitación para mantenerlo monitoreado, sin embargo no podía entrar. Las sillas increíblemente incomodas fueron mi cama esa noche, luego uno de los doctores encargados de Roier me comentó que tenía piedras en su vesícula, se había desmayado del dolor y que debían operarlo lo mas rápido posible.

Firmé los papeles del consentimiento informado para que pudieran operarlo y remover las piedras de su cuerpo.

Allí dure otras cuatro horas, mientras lo preparaban para el procedimiento, dos horas para la operación en sí y otra hora mientras rectificaban que todo estuviera en orden después.

Rivers, Ama, Ari y sus respectivos novios se encontraban en la sala de espera conmigo, agradecí inmensamente a Ari que me trajo café como energetizante. Les dije lo mismo que me habían dicho los doctores a mi y ademas de quedar en shock me habían abrazado por vivir esa situación.

Al rato se fueron y me quedé sola con mi soledad de nuevo en esa sala de espera. Por dentro estaba muriendo, solo quería que Roier estuviera bien para poder decirle que lo amo y que necesitaba que estuviera bien.

-¿Acompañantes de Sebastián?- preguntó el doctor.

-¡Yo!- me levanté rápidamente con mi café en mano, estás últimas horas ha sido mi mejor amigo.

-Ya puede pasar a visitarlo- dijo bajando su lista de pacientes.

Caminé rápido a su habitación, entré con cuidado por su estaba dormido, pero para mi sorpresa estaba despierto.

-¿________?- preguntó.

-Hola- dije suavemente.

-¿Que haces aquí?- preguntó.

-¿Quien crees que te trajo al hospital pendejo?- dije en un casi susurro.

-No recuerdo muy bien antes de desmayarme pero estaba solo en mi casa, ¿No?- cuestionó confundido.

-Logre entrar porque no me abrias la puerta- confesé.

-¿Por que querías entrar?- preguntó.

Me sonroje por un momento, Roier río y se quejó del dolor segundos después.

-Cuidado- me acerqué y le dí mi mano -Fui a tu casa para aclararte que...- mis palabras no salían por culpa de los nervios -que te amo y no podía dejarte ir sin decirtelo antes- acaricié su rostro.

En un movimiento rápido, Roier tomó mi cuello por detrás y me acercó a él besándolo, este movimiento le ahorró dolor en el abdomen.

Pero su beso era como los de las princesas, podía sentir su felicidad y alegría a través del beso. También podía sentir que el se sentía de la misma manera y me necesitaba a su lado debla misma manera que yo con él.

Su otra mano se dirigió a mi cintura pero su estómago dolió.

-Calma tigre- dije con una sonrisa.

[...]

Roier salió del hospital en una semana ya con todas sus heridas sanadas, pero con una dieta estricta así que se quedó en mi apartamento. Nick entendió la situación y se quedó en un hotel cerca.

Estabamos comiendo palomitas viendo una película, pero el timbre sonó, así que me levanté y abrí la puerta.

-________- dijo Spreen.

-Hola Spreen- dije un poco incómoda.

-Solo quería pedirte perdón por...- Spreen se calló cuando vió a mi novio recostarse en el marco de la puerta.

-Hola Spreen- dijo Roier sin intención de hacer daño.

De alguna manera se sentía en el aire paz, como sí por fin la marea se hubiese calmado.

-¿Ya están juntos?- preguntó señalandonos a Roier y a mi.

-Si, Spreen- respondí pasando mi mano lentamente por la espalda de Roier.

Hubo un silencio reconciliador en el aire.

-Eres afortunado boludo- dijo sinceramente Spreen -Cuidala mucho, ¿Si?- recomendó Spreen.

-Ese es el plan- Roier pasó una de sus manos por mi cintura.

-Si te hace algo, estoy a una llamada de distancia- susurró en broma Spreen.

Antes de irse ambos chocaron puños como declarando la paz en ambos reinos.

-¿No podían haber hecho eso antes?- pregunté después de cerrar la puerta.

-No- respondió Roier sonriendo.

Hizo un gesto de pedir un beso y se lo dí, nos fijamos en que estaba lloviendo a cántaros y optamos por salir a disfrutar de la lluvia como soliamos hacer. Como siempre nos tomabamos de las manos y girabamos, incluso el cantó en un principio la canción de "a dios le pido" de Juanes a lo que yo me uní y ambos pretendiamos estar en un concierto.

Unimos nuestras frentes y nos besamos bajo la lluvia.

Por fin estabamos juntos.


¿Quien dijo que sería facil? Roier, Spreen y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora