Capítulo 4.

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"¿Por qué gritas?"

4 Marzo, 2019.

Cuatro largos años están por cumplirse desde la última vez que Thomas vio a su hermano mayor, Esteban. Luego de la primera y última visita al hospital psiquiátrico, las cosas en casa se volvieron más complicadas. Esteban, a pesar de su progreso en el tratamiento, presentó una serie de recaídas que complicaron muchísimo más el asunto de las visitas.

Para Thomas, esos años fueron una mezcla de dolor, esperanza y frustración. A medida que crecía, comprendía mejor la difícil situación de Esteban, así como la gravedad de su condición.

Por otra parte, el trato con su madre fue empeorando, ambos fueron creciendo sin contar con el suficiente apoyo del otro. Thomas haciendo sus cosas por si solo y Mina ignorando por completo el hecho de que su hijo la necesitaba para casi todo en su crecimiento. Con el pasar de los años, la mayoría de las vecinos alrededor ya conocían bastante bien la historia de la familia Mondragón, así como también se habían encargado de darle un apodo a la casa, llamándola "la casa de los gritos", donde todo el tiempo podían escuchar como Mina y Thomas discutían a gritos casi a diario.

...

—No creo que pueda dar el pago de tus deudas esta semana, Mina —dijo Thomas, mientras contaba el poco dinero que quedaba en su billetera.

—Pues trabaja el doble. Siempre buscando pretextos para escapar de tus obligaciones —respondió Mina, con enfado, como siempre.

—No estoy escapando, es que en verdad no cuento con prácticamente nada.. ¿De verdad no tienes nada? —le preguntó, pero claro, ni siquiera él sabía para que, obtendría la misma respuesta grosera de siempre.

—¿Es en serio, Thomas?, no quieres apoyar en nada, te lo he dado todo toda tu vida, es increíble que no puedas hacer nada por mí, que ni siquiera es una mínima comparación de lo que yo he hecho por ti —Mina se victimizó.

—¿De qué demonios estás hablando?, nunca has hecho nada por mí, ¡ni siquiera el comportarte como una verdadera madre!

—¡No me hables así! —ella lo miró mal—, eres un desgraciado, ¡mal hijo, un maldito mal hijo! —exclamó a gritos.

—¿Ahora si soy tu puto hijo?, ¿pero cuando has sido mi madre?, solamente cuando te conviene, para el maldito dinero si soy tu hijo, desgraciada tú, ¡¡mil malditas veces tú!!

—No sabes cuánto te odio, cuánto te detesto
—expresó Mina, reflejando una mirada de odio.

—Lo sé bien, pero no te preocupes que siento exactamente lo mismo por ti —soltó Thomas. Sabía que era algo de lo que probablemente se arrepentiría de decir después, pero en ese momento, solo podía sentir tanto odio como le era posible.

—¡Entonces lárgate! —ella gritó aún más fuerte.

Parecía una competencia de gritos, en la casa de los gritos.

—Yo soy el principal sustento de esta casa, si alguien sobra aquí eres tú, el sofá no tiene sentimientos, así que no tienes que preocuparte, porque nadie va a extrañarte.

Mina caminó furiosa hacia Thomas y lo volteó de una cachetada.

—Aún me queda algo de respeto por ti, por eso no te la devuelvo, pero créeme que ganas no me han faltado —confesó Thomas, mientras que con su mano derecha sobaba su mejilla, la cual se tornó roja por el golpe.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora