Capítulo 24.

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"Cierren la puta boca."

9:47am.

He pasado una noche de lujo, como hace mucho tiempo no pasaba una, dormí más de lo que acostumbro hacerlo, e incluso soñé con algo lindo.

"Buenos días, alegría."

✔️Enviado a Juliano rano 🐸.

"¿Buenos días?, buenas tardes serán."

Responde luego de dos minutos.

"Dichosos los que podemos levantarnos tarde."

"Te odio."

"¿Por qué estás tan agresivo desde temprano?"

"Mi papá me trajo a trabajar al taller desde las seis de la mañana, estoy harto, huelo a aceite de autos, me veo del asco y además tengo muchísima hambre."

"•________•"

"Ush, mejor cuéntame de tu cita con Gemma."

"¿Seguro?, ¿no prefieres qué te lo diga en persona? ;)"

"Espera..."

Julián deja de enviar mensajes por un buen rato.

"Listo."

"¿Qué cosa?, ¿qué hiciste?"

"Mi papá y yo queremos que vengas a comer, ¿lo harás?"

":o"

"¿Si o no?"

"Por supuesto, ¿a qué hora llego?"

"Después de las 3 está bien."

"¿Y qué llevo?, ¿está bien si llevo solo hambre? :("

"🤣🤣🤣, bien, te veo más tarde."

Antes de que se llegue la hora de ir a casa de Arturo y Julián, me levanto de la cama para tomar una ducha. Esta vez me visto con una pantalonera de color verde oscuro, un suéter blanco y mi cachucha del mismo tono que la pantalonera.

—En verdad luzco bastante bien, ¿no?
—volteo a ver a Alastor, pero ni siquiera me presta atención, está muy concentrado lamiéndose las patas.

Estando listo bajo a la sala, y estoy seguro de que encontraré a Mina en el lugar de siempre, pero no es así, ella no está ahí. Se ha ido, y no tengo idea de a dónde.

Doy paso a la cocina para preparar algo de almorzar para mí y para Alastor.

—¿Te gustó verdad? —me dirijo a Alastor, quien ya ha terminado con todo en su plato de comida—, a mi también.

Cuando me encuentro terminando de limpiar la cocina, un par de toques seguidos a la puerta se escuchan. Me acerco a ella y por la pequeña ventanilla puedo ver de quien se trata.

—Buenos días, señor Mauricio —le saludo al abrir la puerta y él me sonríe.

—Buenos días, Thomas. ¿Te encuentras solo?
—pregunta murmurando.

—Ehh, sí. ¿Por qué?

—Te he traído unas cosas, y como no puedo asegurar de que a tu madre le parezca, pues te las he traído ahora que no está.

Mauricio se da la vuelta para levantar una caja del suelo que se encuentra detrás de él, luce pesada.

—¿Qué es? —le pregunto, arqueando una ceja con curiosidad.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora