Capítulo 18.

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"Un refugio para los dos."

La luz del atardecer entra suavemente por la ventana de mi habitación. Julián y yo estamos sentados en el borde de mi cama, él me observa con impaciencia mientras que yo me concentro en ver el efecto que la luz del sol provoca en sus ojos, hace que se vean más claros de lo que son, y obtiene el mismo efecto en su piel.

—Bueno ya, suéltalo —insiste Julián.

Trago saliva antes de soltar mis palabras. Tan solo espero que no lo tome tan mal.

—Voy a salir con Ben —digo decidido.

Julián parpadea, procesando mis palabras, —¿Qué? No, ¿cómo qué salir con Ben? Que yo recuerde, estaban peleados —se cruza de brazos molesto.

—Es que, le pedí disculpas. Él también a mí, y pues, ya estamos bien —jugueteo nervioso con mis dedos.

Gira los ojos, frustrado, —¿Por qué le pediste disculpas? Thomas, mira, para serte honesto, ni siquiera me parece una buena persona del todo. Además, tiene novia..

Niego con la cabeza, —Violeta no es su novia, es su amiga, y la mejor amiga de su hermana. Él mismo me lo dijo.

—Aún así —suelta un suspiro.

—No entiendo por qué crees que no es una buena persona —replico, alzando la voz un poco más de lo que pretendía.

—Se nota —asegura.

—Ni siquiera lo conoces —murmuro.

—¿Y tú si? —me mira fijamente.

Me quedo serio y bajo la mirada, mordiendo mi labio inferior. Se que Julián tiene razón. No conozco a Ben tanto como me gustaría, pero él tampoco, lo que no le da derecho de asegurar que no es una buena persona.

—Pues, no —admito con seriedad.

Julián suaviza su expresión y coloca su mano sobre mi hombro. —Escucha, entiendo que te emocione salir con él, principalmente porque te gusta, pero pienso que deberías tener cuidado. Es que, no confío en él del todo..

—Julián.. —suspiro profundamente—, está bien, te prometo que no me dejaré llevar del todo y tendré "cuidado."

—Bien —hace una ligera sonrisa—. Pero bueno, ¿a dónde irán entonces?

—Al teatro —contesto intentando sonar "animado."

—¿El teatro? ¿En serio? ¿No pudieron haber elegido una cita más aburrida acaso? —bromea, soltando una pequeña risa.

—Él fue quien me invitó —le aclaro.

—Era de imaginarse —dice burlón—. En fin, espero que te la pases bien.

—Gracias, Julián —sonrío.

Se forma un breve silencio por unos segundos, hasta que Julián vuelve a hablar:

—Y por cierto, no creas que no lo recuerdo. ¿Qué hay de la prueba qué encontraste? —pregunta, haciéndome recordar aquello.

—Encontré el teléfono de papá —susurro.

—¿Qué? —exclama sorprendido—. ¡Lo sabía!

—En su teléfono encontré lo que necesitaba para comprobar que Esteban no fue el responsable de lo que le pasó a mi padre.

—¿Y?, ¿Qué fue lo qué encontraste? —pregunta con desesperación.

—Mensajes, mensajes que se enviaron papá y Ernesto.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora