Capítulo 12.

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"Te odio, te odio."

A casi dos semanas de ese espantoso día en la feria, todo sigue transitando tan monótono como siempre, los mismos clientes de todos los días en la tienda, pidiendo por supuesto, lo de todos los días. Julián y yo reuniéndonos cada dos días para hablar siempre del tema del momento, lo que pasó en la feria.

Y por si se lo preguntan, aún no le sana del todo la herida en el talón, le sigue incomodando para caminar, pero claro, se niega a usar una venda, al parecer le incomoda más que el dolor. ¿Quién comprende a Julián?

...

Después de tomar un descanso de casi tres horas en mi cama, decido levantarme, estoy dispuesto a seguir buscando una prueba para comprobar la inocencia de Esteban.

—Y te juro que, no pararé hasta encontrarla —digo para mi mismo, por supuesto, Alastor, mi fiel compañero, me maúlla enseguida, seguramente diciendo que estoy loco en idioma gato.

Comienzo por el sótano, reabriendo caja tras caja nuevamente, pero no hay señales de nada nuevo, todo sigue igual que la última vez que estuve aquí con Julián, incluso la marca de su trasero sobre uno de los muebles sigue tan marcada como desde ese día.

—Por aquí no pasan ni los fantasmas, pero obvio, ellos le temen más a Mina que ella a ellos.

No dejo de encontrarme con fotografías antiguas, pero nada que pueda servirme para liberar a Esteban, comienzo a creer que de verdad no llegaré a encontrar nada bueno jamás.

>>El teléfono de tu papá<<

Recuerdo lo que había dicho Julián, el teléfono de mi papá puede tener algo, el problema es que, si la última vez no lo encontramos, seguramente tampoco lo haré ahora. A menos queee, ¡la habitación de Mina!, ahí tiene que estar.

Me dirijo a la salida del sótano, pero, antes de salir, me detengo. ¿Cómo pienso si quiera en entrar a esa habitación?, Mina me mataría incluso antes de que intentara hacerlo.

Pero por suerte, hoy es viernes, y Mina los ocupa para salir a "distraerse de su tan cansado labor en el hogar".

—Que no tenga seguro, por favor, por favor
—rezo por cada paso que doy hasta llegar a la puerta de su habitación. Coloco mi mano sobre la manija y la tiro hacia abajo—. ¡Si, si, si!

La puerta no tiene seguro, así que entro decidido a la habitación. Está hecha un desastre, la cama desordenada, ropa sucia y limpia de Mina por todas partes, el maquillaje en el suelo y las puertas de su ropero abiertas de par en par.

Supongo que si hago un desorden buscando el teléfono de papá no lo notará.

Comienzo buscando por las cajoneras que están a los laterales de su cama, hay muchísimos papeles de todo tipo, incluso de los recibos de las botellas de vino que compra casi todos los viernes.
Termino con cada cajón sin encontrar nada, enseguida me paso a su colchón, buscando por debajo de el, pero solo me encuentro con más papeles y algunas fotografías de la boda de ella y papá, creí que ya no conservaba esas fotos. Las tomo para observarlas detenidamente un rato.

—Te extraño tanto, papá. Estoy seguro de que todo sería completamente diferente si estuvieras aquí.

Una lágrima cae de mi ojo derecho, dejo todo de lado y me siento en la cama. Estoy cansado, pero no físicamente, siento un cansancio mental demasiado grande, tengo todas las ganas de luchar, pero a la misma vez, todas las ganas de rendirme.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora