Capítulo 20.

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"¿Qué, qué?"

...

Me encuentro en mi habitación, con la vista perdida en el techo mientras los recuerdos de lo sucedido con Benjamín no dejan de dar vueltas en mi cabeza. La noche parecía haber comenzado con promesas de algo nuevo, algo emocionante, pero en su lugar, terminó llena de confusión y dolor.

Cierro los ojos e intento ignorar lo sucedido, pero todo regresa con una claridad dolorosa: el calor de su cuerpo, el temblor en su voz, la forma en que nuestros latidos se habían sincronizado por un breve momento. Había sentido algo real, algo tan genuino que me atreví a creer que él también lo había sentido.

¿Hice algo malo? Esa pregunta ha estado en mi mente desde que me separó de su cuerpo con repulsión y arrepentimiento. ¿Fui demasiado rápido? ¿Demasiado insistente? Pero no puedo evitar recordar cómo reaccionó, como su respiración se aceleraba, el sonido tan apasionante de sus jadeos, por un segundo, parecía que lo estaba disfrutando tanto como yo. ¿Era eso sólo un espejismo? ¿O acaso se estaba engañando a sí mismo?

Su rechazo duele, duele más de lo que esperaba. Suena ridículo, pero tenía la esperanza de que, de alguna manera, este fuera un giro para nosotros.
Que Benjamín finalmente se daría cuenta de lo que yo ya sabía: que lo que había entre nosotros no era simplemente amistad, era algo más, algo que ambos habíamos estado ignorando, o al menos, eso pensé.

Que equivocado estaba.

Sus palabras todavía retumban en mi mente: "Yo no soy esto. Estoy tan avergonzado y arrepentido." ¿Cómo puede arrepentirse de algo que se sintió tan bien, tan natural?

Quiero odiarlo, quiero apartarlo de mi mente y corazón, pero me es imposible.

...

Durante todo el día, trato de evadir mis pensamientos, ocupando mi mente en cualquier otra cosa que pueda distraerme, pero es inútil. La necesidad de desahogarme es grande; necesito hablar con alguien, necesito hablar con Julián.

Salgo de casa cuando faltan apenas quince minutos para las diez de la noche. Julián y yo acordamos encontrarnos en el parque para conversar.

Hay pocas cosas que me relajan tanto como estar en un parque de noche, donde la quietud es total y el único sonido que rompe el silencio es el canto de las aves. Sin duda, el parque nocturno siempre ha sido uno de mis lugares favoritos.

—Sabes, si no te conociera no dudaría que me citaste aquí para matarme —menciona Julián, en medio del silencio de la noche.

—Pues... No te mataré yo, pero vaya que corremos peligro —lo observo preocupado.

—¿Qué? ¡Cállate! —se abraza a sí mismo con temor—. ¿Por qué tenías que escoger el parque para hablar? ¿No era más sencillo reunirnos en tu casa o en la mía y ya?

—Estar aquí me gusta, me tranquiliza, y como el tema del que te voy a hablar no es sencillo, pues quizá el lugar me ayude a hablarlo con más calma.

Julián le da un giro a sus ojos.

—Ummm. ¿Se trata de tu cita con Ben? ¿Pasó algo interesante?

Asiento lentamente, —Demasiado ha decir verdad.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —pregunta asombrado.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora