Capítulo 27.

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"Un paso a la vez."

Han pasado dos semanas desde que cumplí mis dieciocho años. Mi credencial se encuentra en trámite, y justo este finalmente es el día en el que la recogeré, lo cual me llena de emoción, pues, al fin se han llegado los días que tanto he esperado.

Abro los ojos lentamente, mientras la suave luz que se filtra por las cortinas me pega directamente en los ojos. Estoy en la habitación de Julián, aquí pasé la noche luego de llegar de una tarde "Juma." Él continúa durmiendo.

Tomo mi teléfono de la mesita de noche para ver la hora y entrar a mensajes, pero como siempre y sin ser novedad, mi bandeja está vacía.

—Julián, despierta —lo muevo un poco del brazo. Él se estremece ante mi tacto, pero no despierta—, tengo que irme, necesito que me abras la puerta.

—Déjame en paz —no del todo despierto, toma una almohada y me golpea con ella en la cabeza.

—¡Que te despiertes! —le regreso el golpe, haciendo que despierte.

—¡Au! —exclama, sobándose la cabeza.

—Perdón, pero de verdad necesito irme ya. Se me hará tarde para el trabajo.

—Está bien, bajaré a abrir la puerta.

Se levanta tambaleándose y camina hasta la puerta de la habitación.

—Espera —se detiene antes de salir—, ¿te irás con la misma ropa? —me inspecciona de arriba abajo.

Asiento levemente con la cabeza, —Pues sí, no traje nada más que esto.

—Ven conmigo —Julián me lleva hasta su armario, el cual es grande y lleno de muchísima ropa, al igual que de muchos pares de tenis—, escoge lo que quieras.

—Wow, ¿en qué momento cambiaste de armario?, esto es tres veces más grande de lo que era, y vaya que ya era grande —menciono con asombro, y deberían entenderme, a lo que yo acostumbro llamar "armario" son a dos pequeños cajones más viejos que el señor Mauricio.

—Todo gracias a mi arduo trabajo —contesta orgulloso, a lo que honestamente, río.

—Por favor, Julián. No engañas a nadie.

—Bien, entonces es más fácil ser sincero y decir que todo es gracias a la poderosa familia de mi madre, ¿no?

—Al menos eso es verdad —doy paso a buscar en su ropa, Julián viste muy parecido a mí, así que no será un problema encontrar algo bueno—, ¿seguro qué puede ser lo qué sea?

—Sí, lo que sea —afirma, desde el pequeño sillón blanco donde está sentado.

La ropa está separada incluso por colores, así que opto por irme a donde están las camisetas verdes, —¿Puedo? —le pregunto, sosteniendo una lisa de color verde oscuro.

—Por supuesto. ¿La usarás con pantalón o pantalonera?

—¿Tienes pantalonera negra?

—Como diez, te traeré una.

En lo que Julián va por la pantalonera, yo me dirijo al baño para tomar una rápida ducha.

       ...

Luego de la ducha, almuerzo junto con Julián, Arturo y Margarita.

En el transcurso al trabajo, llamo a Mina un par de veces, pero al no contestar ninguna de mis llamadas opto por escribirle un mensaje, disculpándome por no haber llegado a casa a dormir.

—¡Hola, Thomas! —escucho decir y despego la mirada del teléfono para poder ver de quien se trata. Es Ethan, está parado del lado contrario de la calle, lo veo agitar su mano saludándome, así que alzo mi mano para devolverle el saludo.

Nunca te olvidé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora