Capítulo 32

634 78 31
                                    

Sally

No pasé una buena noche, eso está claro.

Luego de controlar mi ataque de pánico, gracias a la ayuda de James, fui incapaz de quedarme dormida. Di incesantes vueltas en la cama, pensando, hasta que las sábanas quedaron arrugadas y desordenadas a mi alrededor. Para cuando por fin logré conciliar el sueño, ya eran las tres de la mañana.

Aún así, me esforcé en estar de pie a las diez de la mañana en punto, para alcanzar a desayunar en el buffet del hotel. Con la cabeza repitiendo la breve llamada que compartí con James anoche, me metí a la ducha.

Él me había contestado y ayudado, cosa que le agradecía infinitamente. Sin embargo, apenas tuvo la oportunidad, me colgó. Y eso me desconcertaba de sobremanera.

¡Ni siquiera se despidió de forma decente!

Intentando ignorar el pinchazo de tristeza que aquello me causaba, salí de la ducha, lavé mis dientes y me vestí para ir a comer algo.

*

Con un plato lleno de distintos tipos de postres en mi mano, caminé en busca de una mesa disponible. Apenas la hallé, tomé asiento y comencé a comer. La música de ambiente era agradable, y el bullicio de las demás personas me ayudaba a mantener los pensamientos sobre James alejados de mi cabeza.

Estaba a punto de pegarle otra mordida a mi muffin de chocolate, cuando lo oí.

—Hola, pelirroja.

No.

Estaba imaginándolo, ¿verdad?

Me obligué a salir de mi estupor y, lentamente, levanté mi cabeza hasta que mis ojos se clavaron en las orbes color whisky que llevaba cuatro días sin ver.

Eran los ojos de James, no había duda.

Rápidamente, repasé su figura con la mirada. Su cabello castaño estaba despeinado, como si hubiese estado pasando sus manos por él constantemente. De ropa, llevaba una camiseta negra simple –que se le ceñía de manera impresionante al pecho–, unos pantalones de chándal gris y unas zapatillas deportivas. Sobre sus piernas, descansaba un bolso deportivo negro. Lucía como si acabase de llegar del aeropuerto y... estaba frente a mí. Como, realmente frente a mí.

—Vaya... —volvió a hablar—. Esta no era la reacción que pensé que tendrías —dijo, con sus ojos fijos en los míos.

—¿Y cómo pensaste que reaccionaría? —le pregunté casi en un susurro. Ante mi pregunta, sus ojos brillaron.

—Pensé que, al verme, te levantarías con una sonrisa y me besarías como si llevases días deseando hacerlo —contestó, su voz más ronca de lo habitual—. Porque no sé tú, pero yo me he pasado todos estos días recordando nuestro beso.

Con sus palabras, fue como si una chispa se encendiera en mi interior.

Abruptamente, dejé caer mi muffin al plato y me puse de pie, esbozando una pequeña sonrisa. Avancé hasta que quedé frente a él y agaché mi cabeza para rozar nuestros labios.

—Ya me levanté con una sonrisa, James. Sólo falta el beso —dije.

—Sólo falta el beso —coincidió—. Pero te dije que me besarías a . No yo a ti. Así que bésame, Sally, antes de que explotemos los dos por la anticipación.

Y con eso, pegué mis labios a los suyos con fuerza. La posición era un poco incómoda, así que tiré su bolso deportivo al suelo y me senté en sus rodillas. James puso una de sus manos en mi nuca, mientras que con la otra acunaba mi mejilla.

El beso no era para nada suave. Era todo pasión y añoranza, como si ambos hubiéramos estado sedientos del otro. Él me moldeaba a su gusto como plastilina, y yo me dejaba encantada. Porque allí, con mis labios fundiéndose en los suyos, todo a nuestro alrededor se desvaneció. Ya no había ni gente ni música en aquel lugar. Sólo él y yo, derramando nuestros sentimientos por el otro en un beso.

Separé un poco mis labios, y, casi de forma inmediata, nuestras lenguas se unieron en un baile sincronizado. Seguimos derritiéndonos el uno en el otro, hasta que nos vimos obligados a separarnos en busca de aire.

—¿Esa fue la reacción que imaginaste? —pregunté, jadeante.

Él asintió con la cabeza en respuesta, sin apartar su mano de mi mejilla.

—No puedo creer que estés aquí, James —confesé en un susurro, enredando mis dedos en su cabello ondulado.

Él no dijo nada, simplemente trazó suaves círculos en mi mejilla con su pulgar. Su cálido tacto envió pequeñas descargas eléctricas por todo mi cuerpo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Casi por instinto, me incliné hacia su caricia y enterré mi rostro en el hueco de su cuello, aspirando su aroma. Olía a sándalo y especias. Olía a él, sin más. Y aquello fue más reconfortante de lo que esperaba.

Estando allí, con mi rostro pegado a su cuello y su dedo trazando pequeños círculos en mi rostro, me sentí como si estuviera montada sobre una nube de paz y tranquilidad. Deseé tener la habilidad de detener el tiempo para quedarme así por el resto de mis días.

Mas, justo en ese mágico instante, a mi estómago se le ocurrió hacer una ruido, sacándonos de nuestra pequeña burbuja.

*

Posterior a eso, James se ubicó en la mesa conmigo y, entre los dos, terminamos la comida que había tomado previamente del buffet. La verdad es que no hablamos mucho durante ese rato. Creo que, de cierta forma, ambos queríamos simplemente disfrutar de la presencia del otro. Y para eso, no era necesario hablar.

Una vez finalizado el desayuno, ambos nos quedamos en silencio, mirándonos a través de la mesa. Los minutos pasaban, y ninguno de los dos hablaba, cosa que empezaba a ponerme de los nervios. Así que fui la primera en hablar después de un buen rato.

—Y... ¿Ahora qué? —pregunté, un tanto nerviosa bajo su mirada imponente.

—Ahora, me gustaría darme una ducha —dijo, con las comisuras de sus labios levantadas sutilmente—. Luego, estaba pensando en que podrías darme una especie de tour por California... Si te parece bien, claro.

—¡Por supuesto que me parece bien! —exclamé entusiasmada.

Me encantaría recorrer California con James. Mostrarle un poco de lo que fue mi vida antes de Woodstock –y antes de él, claro– y, con un poco de suerte, que él también se animara a contarme un poco sobre él. Aquel paseo turístico con él sería la oportunidad ideal para conocernos más. O, al menos, para que pasásemos un rato juntos. Siendo honesta, lo había extrañado. Sólo habían sido cuatro días los que pasamos separados, pero, por alguna razón desconocida, se sentían como una eternidad.

Quizá me estaba volviendo loca.

O, quizá, mis sentimientos por James se estaban transformando en algo más.

N/A:

Bueno, mis queridas 🐭 de laboratorio, ¿cómo están?

¿Qué les ha parecido el capítulo?

Sé que es un capítulo cortito, pero al menos, es uno feliz. La verdad es que la pasé súper bien leyendo sus comentarios sobre a dónde iría James 😂. Además, quiero felicitar a las que le dieron en el clavo con sus teorías, un aplauso para ustedes 👏.

En fin, las dejo.

¡Kisses!💋

¡Kisses!💋

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El amor sí existe en WoodstockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora