𝑀𝑜𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠 𝑖𝑚𝑝𝑟𝑒𝑣𝑖𝑠𝑡𝑜𝑠

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   Estrelló sus puños entre sí, esto lo hizo un par de veces en lo que saltaba y movía su cabeza de lado a lado con intenciones de hacerla tronar.

—¿Estás listo amigo? — Preguntó Mauro.

—Sí wacho, mandale.

A continuación de que el presentador procediera a desgarrar su voz por presentarlo, Rodrigo salió a la pista que lo llevaría al ring junto a su amigo, Lit Killah.

Luego de haber puesto algo de ambiente al estadio y haber hecho el movimiento típico antes de entrar al ring tres veces, piso con sus dos pies el suelo en el que se definiría si era lo bastante bueno y si estuvo entrenando tanto como mostraba en sus videos.

—Todo tuyo capo, suerte. — Le susurro el rubio dándole palmaditas en la espalda.

—Gracias.

Saludo a sus compañeros y dejó que lo prepararán para empezar la pelea.

Sentía que su corazón saldría de su cuerpo si tuviera oportunidad, los nervios lo invadieron a penas vio a su rival. No, no le tenía miedo, a lo que le tenía miedo era al fracaso, defraudar a todos los que estaban apoyándolo.

En pocas palabras, esto se asimilaba a una escena de presión social, solamente que él estaba haciendo algo que sí quería, únicamente que la presión lo estaba obligando (según él) a ganar.

Lo estaba disfrutando, pero lo disfrutaría más si no se hubiera estrellado la mano contra la pared.

Al ponerse los guantes, volvió a repetir el movimiento que hizo antes de entrar; golpeó sus puños entre sí, esta vez más fuerte y sonó la campana, indicando el inicio del combate.

...

Estaban a nada de terminar el tercer y último round cuando Rodrigo sintió la desesperación entrar a él.

Lo único impacte de su parte había sido una serie de golpes que pudo lograr dar, luego, lo que resaltó más fue la manera en la que se acorralaba y no podía dar más de cuatro golpes a la vez.

El calor, la gente, entre otras cosas eran lo que lo estaban matando internamente, nunca pensó lo complicado que sería adaptarse, sobre todo, al clima de Madrid.

Fue entonces que en un momento de distracción, pudo apreciar una imagen que no pensaba que sería la razón por la que se dejaría vencer de esa forma.

Vió el momento exacto donde Iván se encontraba con sus ojos llorosos recibiendo un abrazo de Sara, quien pasó su mano por la gorra del pelinegro y luego bajo a su cintura.

Bajó levemente sus manos y dejó su rostro descubierto, siendo más fácil atacarlo y entonces, su rival estrelló su guante en la cara del ojiverde.

Tuvo suerte de que no haya rencor entre ellos, pues pudo recibir un golpe menos fuerte de lo pensado, pero aún así, se balanceo en su lugar. Y todos se quedaron sorprendidos, aún más cuando se escuchó el timbre.

Dejó que le sacaran el casco y él mismo, con bronca, se desabrocho sus guantes con sus dientes, los tiro por algún lugar para dirigirse al centro del ring para anunciar al ganador.

Con una expresión de decepcion en su rostro mientras regulaba su respiración, escuchó como la gente comenzaba a aplaudir y giró su cabeza junto a su vista, apreciando el brazo levantado de su rival.

Aplaudió a pesar del resultado y se dirigió a su esquina para hablar a su gente.

—Lo hiciste bien Rodri, te felicito. — Le dijo su entrenador, que resultaba ser su primo, o mejor dicho, el hijo de la mejor amiga de su madre.

Su madre pronto se hizo presente, rodeó su cuello en un brazo y dejó un beso en su mejilla.

—Te felicito hijo, estuviste increíble.

—Gracias ma.

Un nudo se formó en su garganta y le empezó a arder, informándole que en poco tiempo se le podría escapar una lágrima.

Agustín, su rival, se acercó a él y formó un momento tierno juntando su frente con Rodrigo y susurrandole unas palabras de apoyo.

Luego de eso, hizo que su cuerpo descansara en la esquina del ring y dio un suspiro.

—Carre.

Volteo su cabeza, encontrándose con Iván, quien paso su brazo por el cuello del castaño hasta llegar al extremo de su hombro.

Rodrigo puso su mano en el cachete del pelinegro y se acercó a penas, en un pequeño abrazo a distancia.

Cristinini le llamó la atención para que se acercara a hablar con ella.

—...Y bueno nada... Quería felicitar a Agustín, se lo merece totalmente, un buen rival. — Contestó agitado ante la pregunta de la joven.— Y también quería pedir perdón a todas las personas que me vinieron a ver, que me hicieron el aguante y los decepcione...

—No decepcionaste a nadie.

—...Eso, perdón a todos pero este problema que me surgió me dificultó más las cosas y me limitó a dar más de lo que tenía planeado dar. Gracias por la oportunidad igual.

Luego de ese discurso, Carrera se retiró del escenario con la vista baja.

Al llegar al vestuario, se puso a pensar en lo que acababa de pasar, intentando darle alguna vuelta y verle el lado positivo para que no se le escapara alguna lágrima.

Sin embargo, fue el ver a Angie yéndose a una esquina y a Iván alejado de él lo que hizo que se cubriera su rostro con sus manos, las paso con frustración, tratando de sacar el líquido de sus ojos que ya fue liberado.

—Estuviste bien wey, ¿qué tienes? — Consultó Rivers sentándose a su lado.

—Nada. — Contestó con un tono roto.

—No llores cabrón, mira el lado bueno, te animaste y pudiste salir a pelear.

—No es exactamente por eso. — Dijo, escapándose una sonrisa.— Es por los pelotudos estos. — Confeso señalando a la peliazul y al pelinegro.

—Eres bien sensible. — Rió.

Rodrigo rió levemente, la verdad es que no le causaba ni un poco de risa el asunto.

Se levantó del banco y se acercó a Angie.

—Eu, no llores. — Pidió de manera tímida.

—No estoy llorando boludo. — Negó pasando su dedo debajo de sus ojos.— Te felicito Carre.

El susodicho abrió sus brazos y Angie se acercó, aun que eso fue lo que la hizo romper el llanto de nuevo.

—Viste que estabas llorando.

—Te quiero un montón.

𝘵𝘶_𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢 # 𝖱𝖮𝖣𝖱𝖨𝖵𝖠𝖭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora