𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑖𝑒𝑏𝑟𝑒...

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  Mirando el cielo oscuro sin nadie al su alrededor hacía que se adentrara cada vez más a sus pensamientos, los cuales de a poco se iban poniendo en su contra.

Desde el día en el que le llegó la noticia de que Sara e Iván estaban juntos, supo que nunca podría otorgarle el amor que alguna vez le dio dicha castaña.

Claro, eran diferentes personas, y era evidente que no todos aman de la misma manera, pero Rodrigo sentía que nunca llegaría a estar a la altura de su amiga.

No sólo en el tema del amor, sino también de lo demostrativo.

Esto lo único que indicaba era que Carrera se estaba empezando a comparar, y lastimosamente, no era el primer comienzo que transcurría por su cabeza.

Hace tiempo venía pensando en lo mismo, hace tiempo se venía comparando con la misma persona y él ya estaba harto más que nadie.

Sabía que era muy diferente a él, pero no podía dejar de buscar las cosas en las que Sara lo superaba.

Lo que había iniciado como una simple comparación, estaba terminando como lo que parecía ser una fiebre que lo estaba destrozando.

Era estúpido comprarse con una persona de un sexo distinto al tuyo, aun que para el castaño, no le parecía solamente estúpido, le parecía lo más enfermizo que pudo haber atravesado su mente en toda su vida.

Este tema debería ser claramente un tema de charla con su gay de confianza, Tomás.

—Te esta haciendo mal, ¿soy el único que lo ve?

Dejó su plato en la piscina de la cocina y se acercó al ojiverde.

—Escuchame Carre, te esta haciendo muy mal esto y los dos sabemos que es porque estas con Iván...

—No Tomás, no es por eso.

—Sí Rodrigo. La ex de Iván es Sara y sabemos que es por eso.

Desvío la mirada con los brazos cruzados, se negaba a darle la razón.

—Carre, admitilo, te hace mal, Iván te hace mal.

—¡Iván no hizo nada!

—¡Psicológicamente!

Fruncio el ceño.

—¿Por qué mierda pensas que te dijo hace bocha que te pareces a Sara? ¿Por qué pensas que por un tiempo se hizo tendencia tu parecido con ella?

—Deja de inventar boludeces.

—Rodri, me lo dijo Nico.

Suspiro y revoleo su mano, demostrando que no quería saber del tema.

Dio unos pasos más y, al notar que Tomás no seguía insistiendo en hablarle, entonces decidio irse a casa.

En los últimos días, Rodrigo se esperaba más que un “buenos días” de Iván, esperaba que cambiará algo cuando hasta él mismo sabia que el azabache no era capaz de eso.

No era que no quisiera, sino que simplemente era su manera de dar amor, y que el hecho de que el castaño no estuviese satisfecho con eso era un tema que aún no sabía.

El bonaerense tampoco estaba dispuesto a decirlo, pues sentía que era una completa estupidez, pero esa estupidez se iba a convertir en un verdadero problema dentro de poco.

...

En estos momentos, el silencio que se lograba apreciar era cómodo, algo que ni los dos presentes se podían creer.

𝘵𝘶_𝘥𝘳𝘰𝘨𝘢 # 𝖱𝖮𝖣𝖱𝖨𝖵𝖠𝖭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora