Arboleda Romántica

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Me adentré a un bosque buscando el encanto que pensé que tendría, sin pensar que luego lloraría por no poder salir de ahí, pues nunca imaginaría que se trataría de un juego de quien destruye la magia primero.

Sobre las setas grandes me encuentro evitando ser encontrada, pues ellos me preguntarán las cosas más simples y luego me destruirán con apenas saber el nombre de un poema intranquilo, y mostrarán mis flores favoritas, pero el polvo del arbolado te hace alucinar, y en tantas cosas he logrado creer.

Sus cantos de un enamoramiento hipócrita fueron algo ya ensayado y sé que no soy ni seré el primer sujeto de prueba de inquisidores de una idea equivocada de lo que es el romance.

Entonces trato de correr, porque ahora decir "te amo" es tan fácil, y me escondo, porque si bajo mis defensas y me recubro en sus brazos, ellos podrían matarme en cualquier momento, y me dolería más el amor que me juraron que el ardor de un filo sobre mi espalda.

Sé que no dudarían en clavarme el puñal sobre mis puntos más frágiles si ya no les soy útil, si hay una mejor presa, porque son aulladores en busca de la mejor carne y en sus paladares te encontrarás hasta que se den cuenta de que realmente perdieron su tiempo en la cacería de tu cuerpo inocente en busca de besos de amor verdaderos, sin saber que te costaría la muerte porque el bosque ya no es lo que era, pues todo eso se perdió sobre un dosel ensangrentado.

Las aguas conteniendo las almas desertoras tratan de ayudarme a buscar una salida antes de ser atrapada, pero ellas buscaron por tanto tiempo y nunca lo lograron, y los animales devorados por los senderos de los arbustos están, pues se llevaron todo con ellos.

Tratando de contener el ruido sin pisar sobre el hojaldre de la tierra, tengo miedo, pues las heridas sobre mi cuerpo siguen frescas y una larga vida para mí es igual que el amor en estas hojas abandonadas.

Entonces me encuentro en un acantilado con vista a la ciudad desterrada, tal vez el silencio y soledad sí era mejor que lo que es una rosa cubierta de espinas vivientes, y al ver el mar cobijado entre tormentas de engaños y rupturas pienso que soltar los nudos sería una salida más sencilla que regresar por las veredas dónde en un instante mi alma sobre el agua estaría observando la agonía de mi cuerpo.

Pero no quiero ser un alma deportada, pues mi ser aún puede sobrevivir, y sé que no hay escape, porque después de tanto tiempo tapando mis gritos, si hubiera una luz, ya la hubiera descubierto.

Entonces siembro mi cuerpo sobre la fertilidad de las tierras, tal vez en un futuro me convierta en el relato que alguien descubra cuando finalmente mis hilos broten, cuando pueda contener el peso de algún ser con anhelo escapante, mientras mi espectro abrazará sobre las ramas de una melancolía las tristezas de ellos, por el oír de mis lamentos en mis cortezas, las desesperanzas de mis savias.

De todos modos, los famélicos nunca podrán desenterrar mi silueta antes de poder florecer, porque nunca se acercarían a una luz tenue que amortigüe su insanidad, entonces así, mi sacrificio podrá servir de algo, aunque no les conceda un escape que desearán tanto como yo lo hice.

Pero tal vez pueda mi savia recorrer sobre las aguas lejanas, para prevenir a los curiosos en busca de amor, que los cuentos solo serán eso, y que lo que se jura como la arboleda romántica, es un engaño de los aulladores para atraerte a sus fauces y dejarte sin ningún rastro de tu ser, y que las letras de amor en las estanterías de aquella capital son gritos de manifestaciones y mundos utópicos en las cabezas de las almas de agua desertadas.

Las prosas que flotan sobre mis aguas: Lágrimas Reprimidas | RecopilaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora