Tormentos Nocturnos

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Caigo dormido, recubres mi alcoba.
Mis luceros cerrados desconocen tus propósitos.
El disco de los sueños corruptos empieza a girar,
la fuente de sangre empieza a llenar.

Sabes mis terrores, sabes mis horrores.
Mi miedo al perderlo se vuelve realidad.
Trato de alcanzarlo, pero lejos él está.
Lo arrebataste de mí y mi pasión vacía
lamenta la ausencia de su silueta.

Si supiera que esperarías por mí,
si supiera que me torturarías al dormir,
apreciaría mis noches de insomnio.
Con ojos de panda por lucir, pues, ¿sabes?
Las filmografías del horror nunca me gustaron.

Sabes que no quiero lo que merezco
pues amante del abismo mi nombre es.
No me hagas amar a alguien que me ama
pues merezco el contento.

Mis risas resuenan entre las habitaciones
de cada pasillo de este hospital.
Mi felicidad me da miedo, pues el cambio lo hace
y si cambia algo, mi melancolía se iría, pero
desde mi infancia acostumbré a su estadía.

Me encuentro en la mesa central
esperando por él, viendo a todos los amadores.
Los chicos tienen su cara, pero
ninguno está sentado junto a mí, pero
entonces, ¿a quién estoy esperando?

El vino fermentado se calienta.
Nubes de desolación y amargura me atormentan.
Ningún clon de él me devuelve la mirada
pues no soy la copa soñada.

Haz que acabe este tormento nocturno.
Abro cada puerta de ese bufé,
busco cada escape de ese hospital,
corro hacia el vacío del barranco
tratando de encontrar una salida a todo esto.

Quita tus manos abatidas de mí, pero
sé que no las tienes puestas.
Ojalá, de verdad, fuera un sueño, pero esta es la realidad
y buscar un escape del miedo
solo me llevaría a la fatalidad.

Las prosas que flotan sobre mis aguas: Lágrimas Reprimidas | RecopilaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora