Hojas de Loto

11 4 0
                                    

Las verdosas colgantes de los árboles caídos, siendo empujados por las luces de un atardecer eterno, el resplandeciente de unas aguas puras donde la manada de las bailarinas nadan sobre ellas, las hojas de todas las primaveras sobre la brisa, el lugar donde los lirios del valle crecerían.

Mi cuerpo sobre una hoja de loto se encuentra, aguantando mi peso muerto sobre él, yo soy la flor sobre sus burbujas, viendo mis paisajes más preciados, aún recuerdo los ángeles de arena sobre la costa de un pantano de gloria, y de hecho ahí seguirán impregnados, pues el tiempo se detuvo, y mi cuerpo sigue aquí, viéndolo pasar sin que esté pasando.

Aún puedo vernos jugando con la brisa de pétalos flotantes sobre los montes de alta estatura, nuestras prendas sobre las ramas de un árbol encantado, el cual solíamos pensar que sería nuestro hogar, pues nadie más estaba ahí, tan alto como lo estábamos nosotros. Salpicando nuestras caras con los cristales de agua, mientras los cantos de felicidad saldrían por nuestras reclamantes.

¿Cómo todo eso desapareció de un momento a otro? Dímelo, dime el porqué de mis hilos de óxido sobre el agua han perdido sus dorados, cuando me juraste mantenerme brillando para toda nuestra vida, pero así como terminaste un nosotros, acabaste con mi vida, y aún no logro comprender aun cuando todo estaba bien, ¿por qué simplemente pensaste que era un buen día para ahogarme sobre mis reflejos cuando yo solo imaginaba las flores que veríamos crecer juntos?

Tornados han atormentado, sequías han pasado, pero el lago de mis recuerdos nunca perdió sus aguas, pues si las perdía, mi dolor las rellenaba, viendo la luz del sol ponerse, notando cómo incluso una estrella que solo ha podido ver como arrastro mis prendas sobre aguas posee más empatía conmigo que la que tú tuviste con un corazón que tú mismo llenaste de ilusiones.

Pero por fin el hambre no acabará conmigo.

Entonces, arrancaré mi cara, yo ya partí, pero así tal vez muera el espíritu que espera, porque está cansada, de esperar algo de ti, ver dónde el mar toca el cielo, el cómo no regresas por ella con tus piratas que solo buscarían tesoros a lo largo de lo desconocido, pero debió suponerlo, tú eras uno de ellos y ella era el tesoro, pero perdió sus capas de baños de oro, entonces ya no era el alma valiosa que dijiste que era para ti.

Y no hay una sola alma mirando el cómo observo los relojes flotantes, pues me dejaste donde nadie podría encontrarme, porque no compartirías jamás tus más preciadas perlas preciosas, pero supongo que ahora alguien podrá venir a rescatarme, pero, ¿cuál sería el sentido? Si mientras estimulo las celestes con mis dedos transparentes, nadie encontraría nada en este lugar vacío, pues mi tez seguirá en los fondos como si del arma homicida me hubiera tratado, pero te la llevaste, pues es parte de ti.

Entonces, ¿debería arrancarme las uñas? Teñir lo que alguna vez fue celeste a un mar carmesí de mis duelos, de todas formas no lo haría, pues la escena de homicidio no tiene culpa de ser una. ¿Debería simplemente levantar mi cuerpo desnudo? Lanzarme sobre el océano y dejar que me consuma, ser una con las olas y que las grietas de mi cariño caigan sobre las arenas profundas.

Así el sol dejaría de preocuparse sobre mis esperas, vistas cansadas y deseos que gritaban en mis sueños y llamaría a la luna, entonces la luz no abofetearía a las colgantes y no reflejaría las corrientes de mis lutos. Los cisnes podrán seguir sus caminos, y las hojas de lotos recuperarán sus flores, y los relojes en pausa girarán sus manecillas, y aun así, los barcos sobre una tierra desconocida nunca volverán para encontrarme.

Las prosas que flotan sobre mis aguas: Lágrimas Reprimidas | RecopilaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora