El Fin de Mi Mundo

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Siento la cortadura entrando sobre mi pecho, la sangre caducada de mi ser brotando sobre lo que cubre mi corazón. Las espadas me han alcanzado, las alas han distorsionado los vientos, pero alinearon las estrellas. El tiempo es ahora y el descenso es hoy.

Las sábanas blancas que rodean mi cuerpo desnudo, las recubren mi tristeza, ellas saben cuánto intenté y todas las capas de mis rondas fallidas están cubriéndolas. El pergamino dibujaba un número y creo que lo sobrepasé, ahora han venido a llevarme con ellos.

Veo a la blanca hacia sus ojos, un brillo inexistente sobre ellos, pero Dios, ¿a quién le interesaría más mi muerte, más aquellos que no soportaban mi felicidad? Ella sabe cuánto intenté, pero es la hora de mi partida y mis ojos cerrados se dan cuenta de ello, no sé cómo se supone que lo acepte en tan poco tiempo.

Los círculos de festejadores sobre el fuego, gritando mis nombres, anhelando por mi persona estar dentro de las candentes. 

Entonces la luz reposa sobre mi hombro y el sonido de mil catedrales cantan en armonía

— Lo sabes, sostén tus nuevas alas en vez de sufrir en las llamas, escapa antes de que ellos te atrapen y tus manos no olvidarán las labias que alguna vez escribieron. —

Inundo mi habitación con lagunas salientes, ¿quién cuidará de mis hijos una vez fuera? Entonces se sienta sobre los lotos, y por venir están todos, pero el goterío desapareció, mi alma limpió, las capas evaporó, y las paredes dejaron de gritar cuando pensé que era lo que tenía que pasar, porque así fue siempre, entonces los pasos rápidos se detuvieron.

Lago sobre colinas, el atardecer resplandeciente, vientos turbios pegando sobre mi silueta.

— Observa — Ella dijo.

Las páginas de mis dolores se desvanecen al tocar las cristalinas, lirios de agua aparecen y ellas lloran por mí, entonces de mi faz las cataratas no salen más. 

— El fin de tu mundo, es tu mundo. — La blanca declaró. 

Las brillantinas sobre el cielo aparecen poco a poco, y una página recae sobre mis pies a pesar de la brisa.

— Tu deseo —Dijo.

Mi deseo, mi mundo, mi silueta, mi alma, mi prosa, había borrado de mis pensamientos la página de mi anhelo y ahora lo tengo todo aquí.

— El tiempo se agota — Avisó.

El sol empieza a ponerse y la luna empieza a aparecer. Las monedas de oro caen del escritorio, el deseo de ser olvidado, el anhelo de ser enterrado. Vuelvan todo cenizas, quemen todas las páginas y olviden mis sueños y desprecios, desconozcan mi amor y mi odio, borren mi persona y mi historia.

La albina me abraza, me recoge en sus brazos angelicales, es el final, entonces me elevo, una sonrisa en unos ojos melancólicos, siempre estuvo ahí, sus hilos dorados crean los caminos y las mariposas de aires claros se alimentan de la pureza en lo que ahora soy, el desenlace ha llegado junto a mí.

— Mi labor ha finalizado, pues tu alma me he llevado. Huiste sin dolores, confundiste los colores, las cosas que siempre creíste luces, siempre fueron oscuridades. Los deseos recubrieron tu cuerpo y las risas evitaron el sentir de las heridas. Los herederos tirarán sus lágrimas, pero fue tan fácil el cómo los olvidaste. No fui quien te hizo no sufrir, pero es grato pensar que mi aparición no hubiera resultado en otro de tus rencores, pero nunca lo sabré, pues las cenizas están sobre las cubiertas y la imaginación estuvo encubierta, un sufrimiento inexistente en un alma alguna vez existente. —

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Las prosas que flotan sobre mis aguas: Lágrimas Reprimidas | RecopilaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora