Espectros con Corazones en sus Manos

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Realmente no sé qué esperaba al darte mi corazón latiente en tus manos, pues desde un inicio sabía que me dejarías sobre los campos de nuestros recuerdos refulgentes, pues no soy lo que quieres, no soy lo que buscas y no soy lo que amas. Porque dime, ¿cómo serías capaz de tomar mi mano? Pues todas las almas nos apuntarían con sus cruces, y tú no soportarías la cremación y huirías antes de poder sostener mi mano y hacerlo conmigo. Me ahogaría en mi melancolía, pero ya lo hago de todos modos, pues dejaste este hogar al recibir tus cartas escritas por ella, pidiéndote volver. Y claro, ¿cómo no lo harías? Pues ella tiene esas manos delicadas que tanto anhelabas, sus hilos colgantes finos de digna belleza, y tal vez los eclipses que tus manos siempre desearon recorrer, en cambio, no tenía nada que ofrecerte, pero te di todo de mí de todas formas. Y yo realmente no creo que te conozca más de lo que yo lo hago, pues cariño, soy el lírico soñador, y mis musas pueden hacer resonar el conocer entero de tu alma, pero dime si tan siquiera recuerdas haberme conocido, porque no creo que mis baños de sangre hayan valido la pena con tu ser deambulante siento un completo ignorante a mi amor devoto hacia ti.

Te cedí mis risas más reales, mis penas más tortuosas, mis manos más anheladoras del tocar, mis poemas con su prosa amadora, mis lágrimas recordantes de la imposibilidad, mi cuerpo amante de tu ser. Los fantasmas están sobre este parque abandonado, las citas más soñantes que se dieron sobre los columpios del aquí, con mi sangre sobre los montes que gritaban desde el principio el no dejar ganar mi ilusión. Ahora ellos rondan por aquí y los percibo, pues soy uno de ellos, en este charco de mi ser, porque no hay quien pudo ser capaz de tomar mi amor. Entonces aguardaré eternamente en el dolor de mi pecho, con corazón en mano, con mirada en las lágrimas cayentes, esperando si mi desangro es suficiente, esperando si puede llegar a significar más que lo que cartas baratas pueden llegar a decir que la poética genuina de mi historia. Los columpios volverán a recoger su óxido que cayó; se cubrirán en ellos, pues ya no hay quien los use. Y lo que antes era nuestro lugar secreto, tal vez esté siendo invadido por la invalidez de tu promesa en meñique, convirtiendo los lagos de ensueño en un lugar de alevosías eternas.

¿Pero qué podría haber esperado desde el prólogo de nuestra historia? Pues solo eras capaz de verme, mientras yo solo era capaz de observarte. Y podía hacerlo por horas, por soles y lunas, hasta convertir mi cuerpo en víctima de serpientes al inmovilizarme y quedarme en un ver eterno. Pero ahora las hojas vuelan persiguiendo tu rastro, dejando a la arboleda desnuda e indefensa. No dije que te amaba, nunca lo hice, porque, aunque lo hacía, haría más que solo decirlo, y lo hice, pero, ¿cuál fue el costo si no fue el de tu escape? Mi muerte; el arrebato de mi alma, pero fui yo quien la devoró, pues no te llevaste nada de mí, por el simple hecho de ser yo, por el simple hecho de no ser el "ella". Y fueron pocos los días que pude tenerte lo más cerca de mí, y fue suficiente, créeme, porque estoy consciente de que no podía estar más que solo dos semanas en el paraíso, y el gran vivir solo era lo mínimo, pero en ese momento eso era todo para mí. Pero, tal vez pienses de vez en cuando en mí, y regreses a buscarme algún día, y aquí estaré, pues mi cuerpo será arraigado a estas tierras antes sagradas, esperando por ti, tu persona, en este parque de espectros con corazones en sus manos, pensando que lo tenían todo en un inicio, cuando sabían que realmente no tenían nada y eso los iba a destruir cuando el vacío fuera tangible.

Las prosas que flotan sobre mis aguas: Lágrimas Reprimidas | RecopilaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora