Capítulo 1

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Capítulo 1.

Muchas veces en mi vida había pasado por cambios, pequeños, grandes, cambios de los cuales aprendí lecciones, conocí personas, descubrí cosas nuevas, de cada cambio me quedaba con las mejores cosas, pero esta vez el cambio fue un poco más brusco de los esperado, fue un de repente, uno como cuando cae un rayo sin ninguna nube negra, si no cuando el día esta medianamente soleado y ese rayo, así como llega trae la lluvia consigo. Ayer estaba en una ciudad y hoy iba camino a una completamente diferente. ¿Cómo me sentía? No tengo palabras para describirlo, montarse en ese autobús mientras veía todo pasar, sintiendo que una parte de mi se estaba quedando allí, ver la ciudad más gris que nunca como si supiera que alguien muy preciado se va, todo era un cuadro de arte titulado "una cruel despedida". Las voces a mi alrededor eran inexistentes, las risas me parecían burlas, mis lagrimas no eran amargas, es más, no tenían sabor, así como esas lagrimas insípidas sentía mi vida en este preciso momento, sin sabor, textura u olor, solo era algo.

***

Luego de calmar mis lagrimas silenciosas solo podía fijarme en pequeños detalles que veía por la ventana, ya habíamos salido de la ciudad, el camino era mas soleado, las personas iban y venían, reían sin más, comían helados y parecían estar sin problema alguno, mientras mi mente solo daba vueltas de aquí allá, escuche una voz al fondo que me llamaba insistentemente, era mamá.

-Alana, ¿Estas bien? - la voltee a ver, solo veía una cara sin emoción alguna, pero como le decía que "bien" era lo que menos sentía en ese momento, todo en este momento era diferente. Así que sin opción alguna asentí con la cabeza. Vi su cara de preocupación, se que para ella tampoco estaba siendo fácil. – El viaje es un poco largo, Ali. Me avisas si te provoca algo de comer- con eso finalizo nuestra pequeña interacción.

Bien como mi madre me dijo el viaje era un largo camino de carretera, más de 20 horas para llegar. En esas 20 horas de camino solo pensaba viendo a la ventana y en pequeños lapsos quedaba profundamente dormida, mi celular estaba apagado desde ayer y así quería mantenerlo, quería escapar de mi realidad, quería despertar de la pesadilla. Y si desperté pero solo de una pequeña siesta porque la pesadilla seguía ahí, viva, latiendo como nunca, aproveche ese momento para ver mi alrededor, en las sillas de al frente iban dos amigos muy animados a decir verdad, hablando entre ellos, felices de regresas a su hogar, a unos metros de mi silla iba una pareja, una pareja feliz, sacada de un cuento, ni ellos mismo creían estar ahí, contaban su experiencia a demás personas, pues el tiquete les había salido ha muy buen precio, por otro lado estaba mamá, profunda en sus sueños, en la cara se le veía una cara de paz total pero se que no era así, dejar su vida a un lado, su empleo y más. Además, lo que habíamos pasado estos últimos días no había sido fácil.

Aunque estaba descansando bastante, fue momento de despertarla, habíamos llegado a nuestro destino.

-Mamá, despierta, hemos llegado- le dije mientras le tocaba el brazo lentamente, de un momento a otro vi que abrió sus grandes ojos cafés y me miro de una forma que no tenía explicación.

***

Al bajar del autobús, me golpeo una ola de calor, un olor conocido, pues había vuelto a mi ciudad natal, una ciudad que me vio nacer, pero no crecer, una ciudad que se caracterizaba por tener un verano eterno, playas hermosas, vistas hermosas, música con ritmo, el destino turístico favorito para muchos, pero eso cambia cuando vuelves, sin nada.

-Ali va a venir mi hermana a recogernos, se amable, sabes que ella no sabe mucho, debe estar feliz por vernos- esto me lo repetía mas de una vez y tuvo razón mi tía, la hermana de mamá, llego.

-Dios mío Alana que hermosa estas, has crecido mucho, pero acomodemos todo esto en el baúl- le hizo señas a su esposo e hijos para que ayudaran un poco con las cosas mientras seguía efusiva hablando con mamá -Lucy te extrañe tanto – solo la abrazaba.

-Por Dios suéltame, no me he bañado, estuve más de 20 horas en un autobús, esperemos a llegar a casa- replicaba mi madre con una sonrisa en la cara.

Llegué a lo que llamamos casa, cuando la vi, simplemente me dieron ganas de llorar pues estaba vacía, se sentía desolada, sin nada, sin vida y sin amor. Básicamente esa casa reflejaba como estaba por dentro

Y fue así como empezó toda esta travesía. 

El jardín de los liriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora