Prologo

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Todos los días me había hecho una costumbre, era parte de mi rutina, levantarme, arreglarme, salir al supermercado, verlo.

Ver su gran sonrisa y amabilidad.

Ver como era gracioso sin saberlo.

Ver como arreglaba un poco mi humor.

Vivir sintiéndote una perdedora día tras día, sin saber como arreglarlo era patético, así que cuando él quiso entrar a mi vida, tenia las defensas tan bajas que lo deje entrar como si ese siempre hubiese sido su lugar. 


El jardín de los liriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora