Capítulo 3

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Capítulo 3.

Nuevo día, nueva vida, desde que desperté he estado mas feliz que 100 felices algo muy extraño pues no se con que me voy a encontrar en dicho voluntariado, básicamente es en pro de las mujeres, adolescentes y niños, algo que me llama mucho la atención.

Voy bajando con mi mamá en el ascensor en completo silencio, se que vamos un poco sentimentales y sin palabras, y con muchas expectativas, al salir decidí comprar un té helado pues hacia bastante calor y el camino hacia el bus se veía bastante caluroso.

Al llegar a la estación con mi madre lo único que pensé al verla fue lo mucho que la iba a extrañar, las charlas de todos los días, hacer ejercicio lado a lado, las risas y aunque suene imposible dercirlo, las peleas, eso si con mi madre siempre había discusiones pero era pequeñas y arreglábamos la cosas, expresando el como nos sentíamos, así que teníamos una linda relación madre hija en medio de todos los términos, llego mi autobús y nos despedimos rápidamente, con un fuerte abrazo, al subirme no mire atrás pues sabia que iba a ser todo un mar de lagrimas.

Mientras iba en el camino solo podía ver el paisaje y las personas que se subían y bajaban, pequeños detalles en los que no nos fijamos, pues el conductor iba con mucho animo hablando con su compañero de al lado, el chico de adelante iba escuchando música, muchos iban en familia, otros iban comiendo cualquier cosa que les habian brindado, poco a poco el bus se lleno y a mi lado se sento un chico, él también iba solo pero iba muy concentrado en su celular, mientras no me di cuenta en que momento así como se lleno el bus quedo prácticamente vacio, cuando entramos a mi destino, el cual era un pequeño pueblo bastante pinturesco, con personas bastante sonrientes y amables, a lo lejos se veían altos arboles, llenos de frutos, el viento olía a familiaridad, un viento armonioso, además el pueblo sonaba a piques de tambores dando bienvenidas. Así me di cuenta que no era la única turista pues un hombre de mediana edad al bajarse se notaba igual de asombrado e iba con una dirección en mano.

Luego de la bajada de ese señor, llego mi momento de bajar, al bajar me encontré con el sol de medio día, con un gran resplandor, aun así estaba un poco perdida buscando la dirección sin embargo era lo suficiente tímida para no preguntar o pedir ayuda al llegar, cuando llegue al lugar me recibieron dos señoras, muy bellas a decir a verdad, los cabellos de ambas les llegaban a la cadera, tenían unos cachetes redondos que les proporcionaba ternura a su cara, además de sus ojos cafes, una de ellas seria mi jefa, la otra era su madre y me quedaría en el hogar que tenia para varias voluntarias.

-Hola buenas tardes, busco a la señora francisca, ¿Es por aquí cerca?- pregunte en una casa amplia con grandes rejas blancas al preguntar salió una de las señoras, junto a dos perros gigantes.

-Buenas tardes, esa soy yo, mucho gusto, tu debes ser Alana- dice con una gran sonrisa y extendiéndome la mano, con mucho gusto se la estrelle- te estábamos esperando cariño, no te asustes con los perros, hay más.

De seguro vio mi cara llena de asombro que lo único que hizo fue soltar una gran carcajada yo solo pude sonreírla y seguirla en esa gran casa, al entrar solo me di cuenta que no mentia pues habían 5 perros de gran tamaño, solo uno de ellos era una miniatura, además veía gatos rondando por ahí, era una casa con un gran patio trasero lleno de hermosas plantas y flores, habían unas cuantas mecedoras y habían solo 4 habitaciones, eso me dejaba pensando mucho pues pensaba que el proyecto era mucho más grande.

-Alana está será tu habitación, espero que sea de tu total agrado, aunque no tenga muchas cosas, por aquí tienes mantas limpias y un lugar donde puedes poner tus artículos de limpieza, acomoda la maleta y ven a comer algo.

Así como me dijo eso la señora francisca se fue, la habitación era un poco ¿gris? No había mucho, una cama y unas pequeñas repisas en la parte superior, además en la esquina había una mesa llena de colchones, aun así deje mi maleta ahí y salí a comer con los demás, al salir me di cuenta que en esa casa estaba la señora francisca, un señor y dos jóvenes más sin contar a mi jefa, mar.

Al llegar a la mesa note que entablaba una gran conversación de la cual no tenia el hilo pues estaban hablando de cosas triviales del lugar, cosas como el agua y como no estaba siendo de la mejor calidad últimamente. Al sentarme todos los ojos voltearon hacia a mí.

-Hola chica nueva- dijo un chico con una gran sonrisa.

-Hola- fue lo único que respondí.

-No seas tímida Alana, mucho gusto soy Luis- me estrello la mano- así como tu hago voluntariado aquí, aunque mi sección es totalmente diferente a la tuya, yo me encargo de los animales y del jardín, él es Ben se encarga de los arreglos de la casa, ella es Sofy se encarga de algunas cosas creativas como cuidar a los más pequeños cuando vienen, y ella es la señora francisca la señora de la casa, aunque me falta alguien más y es Mar tu jefa, la mia y la de todos, aunque no te contare mucho de ella pues pronto la vas a conocer- finalizo con una gran sonrisa.

Mientras comia en silencio se escucho el motor de una moto y los perros de la casa se acercaron a la entrada moviendo sus colas de un lado a otro, viendo con ojos completamente llenos de ilusión a la persona que habia llegado, era una señora joven no muy alta pero con una gran presencia, llego con unos lentes de sol que esquivaban cualquier rayo y persona que se le entorpeciera.

Esa señora era Mar, mi Jefa, mi líder, mi guía en el voluntariado.

El jardín de los liriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora